El
terremoto marino provocado por las potentes actuaciones de esta edición, tuvo su
resaca en forma de cancelaciones a última hora provocadas por el caos
informático global que dejó en tierra a Bad Nerves y The Mysterines, con el
consiguiente reajuste horario. La
jornada del viernes comenzó a pleno sol en escenario principal con Blowfuse. Los barceloneses solventaron la papeleta horaria y
atmosférica con una buena dosis de hardcore –punk arropados por un público muy
animado ya. Sobrados de entrega y empuje, ofrecieron una intensa actuación bien
recibida por un buen grupo de enérgicos, y no pocos seguidores, desde el minuto
uno.
El escenario
dos lo abrieron Rojo 2, una antagónica e interesante, pero nada fácil (sobre
todo por la hora) propuesta local a dúo que, además de ofrecer una oscura y
extrema electrónica hardocore, se movió con solvencia sobre el escenario con
una impactante imagen y un martilleante sonido: ataviados con pasamontañas gore
con un solo bajo y un sintetizador, escupieron repetitivas proclamas nihilistas
ante un público… atónito.
Nova Twins. Foto: Robbie Ramone |
De vuelta al escenario en sombra, las madrileñas Tiburona,
ofrecieron con desparpajo y simpatía una
buena dosis de garaje beat básico con excelentes y compartidas armonías vocales
y corales de aire retro, entre los que se colaron algunos ambientes sonoros más
elaborados e incluso oscuros. El reivindicativo power trío de
guitarra-bajo-batería no se olvidó de apoyar las causas justas, en este caso
local, la de las personas que trabajan en el establecimiento La Suiza, condenadas por
reclamar sus derechos sindicales.
Sin ser de noche aún, aparecieron Enter Shikari, la veterana banda
británica de Hertfordshire, ofreció
un apabullante post-harcore industrial
en que tuvieron cabida diferentes cruces de camino entre el metal y la
electrónica, con momentos para la épica cercana al heavy, cuyos arrebatos
guitarreros cedieron terreno ante las percusiones en el tramo final de la
actuación, rebajando la algarabía sónica.
Con la noche templando en lo atmosférico The Last Internationale calentaron a base de bien las muchas
almas de raíz rockera congregadas. El dúo neoyorkino formado por Edgey
Pires
en la guitarra y Delila Paz a la voz… ¡y qué voz! ofreció en formato cuarteto un
aguerrido, intenso y emociónate recorrido por los sonidos del blues soulero que
comenzó directamente tirando de los MC5 con una versión alargada de «Kick Out The Jams»
para continuar
con la cantante de origen boricua como empoderada soulwoman lanzándose
al público de espaldas, y
continuar cantando a pie de pista entre los exaltados seguidores… mientras el
no menos enfervorecido guitarrista se volvía loco con las seis cuerdas,
contagiando aún más al público el delirio generalizado. Elegancia y fuerza a la
par.
Gran actuación ¡cómo no! fue la de los esperados Descendents, que
ofrecieron una aceleradísima descarga de reconocibles melodías sin apenas
pausas. Sonaron ya de inicio como un petardo en el culo de Joey Ramone «Hope», «Silly Girl» o «Clean Sheets»… y así
hasta el final «Suburban
Home». La propuesta punk rock de los californianos
estuvo salpicada en algunos momentos por espídico guitarreo hard-punk «I Like Food» o «Everything
Sux», con
Stephen Ergton incólume en la guitarra y Milo Ackerman enchufadísimo cantando y
manejándose con solvencia por un lado y otro del escenario. Trepidante y corta
actuación la de esta veterana peo muy en forma banda con los que el entusiasmado público recuperó
el punk-rock noventero en su versión menos convencional. Supo a poco.
Biznaga, reubicados en horario nocturno salieron
fortalecidos y comprometidos, con las camisetas en apoyo a la causa comentada
con Tiburona, mostrando una actitud más allá de lo musical que a la vez casa a
la perfección con sus letras. Comprimieron un repertorio con canciones principalmente
de su todavía último y valioso Bremen no Existe, pero prestando ya algunas
de las que aparecerán en su nueva entrega como «Salud mental» y «El Entusiasmo», ésta última cantada por unos
seguidores que se sabían ya la letra. Recuperaron un par de clásicos de su
primer disco Centro Dramático Nacional para anunciar su reedición en el décimo
aniversario de su publicación. Vertiginosos y emocionantes, acabaron en catártica
protesta urbano-costumbrista con los
himnos punk «Madrid Nos Pertenece» y «Una Ciudad Cualquiera».
Royal Blood. Foto: Robbie Ramone |
Cerraron el
escenario grande Royal Blood que sonaron a mayor volumen que las bandas que
le precedieron, excesivo incluso en algunas fases, también en cuanto a la
despistante iluminación. El dúo formado por Mike Kerr en el bajo y voz y Ben
Thatche a la batería, se hizo acompañar por un teclista y percusionista que con
sus arreglos, sobre todo en las canciones menos aceleradas (junto a algunos
momentos de distorsión melódica en el
bajo que hicieron recordar a QOTSA, lograr matizar su propuesta de rock
colosal y bailable que volvió loca a una muchedumbre entregada y de la que
rescataron bastantes clásicos de su estreno homónimo: «Out Of The Black» de inicio, «Figure It Out» para finalizar o «Little Monster» a la que le sobró el incensario y
aburrido solo de batería.
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