Vuelve Javier Almendral, superviviente de los incendiarios 90' madrileños de eclosión "noise" y "grunge" que junto algunos compañeros de generación enmarcados en los sellos de riesgo "Triquinosie" y "Por Caridad Producciones" aportó un punto de vista autóctono, arriesgado y personal frente al mimetismo de muchas de aquellas bandas.
Finiquitada ya hace años su última banda "Virgenes Adolescentes", su proyecto más personal y el que más desgaste le ha supuesto (el tiempo situará a esta banda en el lugar que se merece dentro del "underground") y tras participar en bandas míticas de mediados de los 80' como Demonios tus Ojos (con Corcobado y los hermanos Colis) le creíamos ya retirado de la primea línea del riesgo, aunque manteniéndose como espectador activo, produciendo desde su propio estudio de grabación Blue Box multitud de bandas (Mil Dolores Pequeños, Manta Ray & Schwarz, Deluxe, Pauline en la playa...)
Amor y humo, grabado a intervalos, sin prisas ni presión, en un año largo, nos muestra a Almendral ahora con el nombre de Mate, una especie de juego de palabras entre los significados de esta, tanto en inglés y como en español: colega y sin brillo, y aunque de lo primero hay mucho, en todas las canciones hay colaboraciones y aportaciones externas (destacan los coros), con respecto a lo segundo nos despista, pues más bien encontramos los contrario, brillo a raudales tanto en guitarras como en la producción final.
Atrás quedaron las guitarras tormenta y las baterías serrucho que se supondrían aun marca de la casa, y aunque quedan restos del pasado incendio eléctrico en "Nada Espero" y la arrebatada, abrasiva y visceral "A lo mejor", el disco transcurre por un entramado, a veces difícil de clasificar de sonidos elegantes, en el que descubrimos detalles: arreglos de cuerda, coros y voces femeninos más funk los primeros, más soul los segundos, unas guitarras a lo Neil Young eléctrico "En el futuro" o un bajo a lo Stevie Wonder de "Supersition" en "Vivirás una vez más" y más claramente, a lo largo de todo el disco sonidos que van de Hendrix a Prince. En definitiva un hábil y conseguido cruce imposible entre el polvo y la grasa del rock con el brillo del funk "glamouroso".
En cuanto a letras, parece ajustar cuentas con su propio pasado en "Extraño" y el de su generación en "Un sólo personaje" asumiendo una especie de malditismo autoimpuesto al intentar de cerrar viejas heridas, aun cuando las cicatrices supuren en estallido como en la citada "A lo mejor"