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Band of Horses. Foto: Óscar L Tejeda
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The Pickin' Boppers en la Virgen
Blanca arrasaron una concurridísima plaza con su elegante propuesta
instrumental de sonidos fiffty: rocakbilly con mucho swing y rock and roll de
taje y tupé.
En
horario ya de tarde el regreso de Π L.T.
congrego a un buen grupo de gente que entre la lluvia fina y en viaje en el
tiempo disfrutó del original emo-metal de la banda donde no podía faltar el coreado
himno Hilda Jainkoa. Sonaron contundentes, apocalípticos… y emocionantes.
Glen Hansard para muchos,
fue otra de las sorpresas del festival, no para otros que iban avisados. Comenzó con un repertorio íntimo y
de medios tiempos folk-pop evocador con el violín junto a su voz como
protagonista, para ceder terreno según
avanzaba el concierto a un vibrante rock en el que las guitarras se hicieron
con el mando mientras el irlandés se fue creciendo hasta un final punk épico
echándose una lata de cerveza por la cabeza. No se olvido de su banda de origen
The Frames atacando con garra la emocionante Revelate.
Warren Haynes apabullo a base
de blues ácido en bucles lisérgicos, pesado e infinitos a veces, que al final
del concierto, sorprendió convirtiéndose
en una fiesta instrumental más
propio de una big-band que la del miembro De Gov’t Mule, banda de la que tocó y
así lo agradeció el público, varias canciones. Brillante por momentos, oscuro
en otros.
Mavis Staples a sus 84 años lo
habrá ya visto todo, aún así… que pesaría al ver a tanta gente homenajeándola
con su presencia en una remota y pequeña ciudad lejos de su casa en Chicago…
agradecida ante tanto púlbico y agraciada aún por una voz que hizo sospechar lo
peor en un inicio en el que parecía quebrare,
se esforzó y fue entonándose para ir a más y ofrecer un más que digno
recital. Apoyada, que no suplantada en
la voz por dos coristas y su guitarrista, se permitió incluso algunos alardes
vocales en una actuación en la que se fue creciendo mientras cantaba sentada
sorbiendo tragos de una infusión en momentos en que el físico le podía. Una
lección de soul y blues de Chicago en la que no faltó recordar a otros grandes:
Muddy Water, Koko Taylor, Budy Gay o Howlinn’ Wolf. Valiosa y entrañable
actuación para recordar.
Sheryl Crow acaparó los
focos de la segunda jornada, con un repertorio en el que las canciones de sus
primeros discos fueron los protagonistas. Mejor cuando las melodías country rock sonaron agrestes y rugosas, peor
cuando las mismas sonaron en edulcorada balada country pop… aunque a algún
aguerrido punk-rockero se le cayera la lágrima. La de Misouri lleva dentro
mucho más que sus conocidos éxitos, pero e apoyó en ellos en excesos y se quedó
a medias.
Psychedelic
Porn Crumpets derrocharon
energía a raudales, su ímpetu juvenil devino en un no parar de psicodelia rock
y garaje lisérgico para montar el pogo, como así ocurrió. Puro nervio desbocado
en trío de guitarras que… no acabaron de sonar todas como debieran, una lástima
porque el bendito embrollo sónico que tenían montado hubiera dejado a más de
uno allí tieso. Brutales.
Band of Horses un tanto a contracorriente con lo que estaba soñando
en la fresca noche de cierre, ofreció un buen concierto, aunque a Ben
Bridwell y los suyos les faltó el carisma de otras ocasiones. Lo
resolvieron con un repertorio de aúpa en el que hubo momentos gloriosos, Is there a ghost o la épica final de The Funeral, pero no tantos como
requieren unas canciones que merecieron algo más de emoción, como por ejemplo
en el cover de INXS Never tears apart.
All Them Witches, fue otra de las bandas que salieron reforzadas... para los que les ya
les conocían y para muchos neófitos de la banda que fliparon con los largos desarrollos, hasta veinte minutos,
de viajes cósmicos entre la psicodelia, el stoner, en muro de sonido reforzado
por unos teclados de órdago, versátiles y protagonistas, cuando debían serlo, y
en segundo plano cuando lo requerían las guitarras. Se crecieron entre la
intermitente lluvia entre densas brumas blues y embaucadores en desarrollos
lisérgico. Hipnótico y magistral cierre de edición