Nadie
mejor que el cineasta que formó parte de la escena punk londinense y mejor la ilustró
con imágenes en vídeos musicales, documentales y películas (Sex Pistols, Joe
Strummer, Wilco Johnson entre muchos otros ilustres al margen del género como
Keith Richard o Ray Davis) para abordar la historia de Shane MacGowan. Una
historia en forma de documental que va más allá de lo que fue la banda de
punk-folk que le popularizó internacionalmente The Pogues, ya que su vida,
narrada cronológicamente, se desarrolla en paralelo a las transformaciones
políticas y sociales del Reino Unido e Irlanda de finales del pasado siglo.
En
su tramo inicial se cuentan sus seis primeros años de vida en un pequeño pueblo
irlandés, marcado por la fuerte identidad católica y patriótica, la cultura de
la cerveza y el whisky y la arraigada
tradición de la música folk. Rasgos todos ellos imprescindibles para
forjar el carácter del desdentado antihéroe.
Las
imágenes y comentarios nos llevan de forma fluida hasta su adolescencia y
juventud, asentado ya en el convulso Londres de los años 60 en el que
inicialmente no encaja y que se desarrollará entre las drogas y las
depresiones mientras su background
cultural y emocional se manifiesta en el contexto político y anti británico
relacionado directamente con el IRA y estalla en los 70’ con la aparición del
punk, movimiento en el que se implica de forma activa, hasta crear ya en los
80’ The Pogues.
Y
es que Shane McGowan cuenta que The Pogues tenían una misión mostrar Irlanda al
mundo, sus cultura… sus problemas… y lo manifiesta con lo que ha vivido
múscidamente: el folk y el punk. A
partir de ahí los éxitos y fracasos tanto musicales como personales con la
canción Fayrtale in New York como punto de inflexión de su caída y auge… y una
vida de excesos que le va pasando factura hasta mostrarse en el actual
deteriorado físico (en silla de ruedas) que no mental, pues su discurso es
totalmente lúcido.
Cinematográficamente,
el metraje acierta en un ritmo que combina el frenesí con el sosiego según lo
narrado en cada momento. Las imágenes y videos ya sean del propio protagonista
y su banda o de contextos vívidos de forma cercana, se alternan con viveza… y
cuando no existe referencia visual asociada se intercalan acertadas animaciones
en diferentes estilos. Con todo ello la cinta consigue un dinamismo que te va
llevando sin pausa.
Hay
mucho material de archivo y se muestra de diferentes e ingeniosas maneras.
Cuenta mucho y lo cuenta bien, con la cadencia adecuada intercalando sin
abusar, intervenciones de familiares y
de allegados.Papel
importante el de las conversaciones ex
profeso con nuestro personaje: Johnny Deep, Gerry Adams (ex líder del Sinn Féin)
o Bobbie Gillespie (componente de Primal Scream) donde en ocasiones Shane ve y
escucha atentamente intervenciones auyas antiguas en radio o televisión,
reconociéndose así mismo con un aire entre la reflexión y la estupefacción. Una
historia sincera, alegre y vitalista,
agradecida a la vida. Un brindis a la vida.