Aún
cuesta acostumbraren a la última reforma de la sala y su nueva imagen, y eso
que ya va para cuatro años, si a eso le añadimos las circunstancias vírico-pandémicas…
primer pase (de los dos programados) a las cinco de la tarde. La luz entra por
el ventanal lateral en el que en su exterior los oficinistas hacen el
“afterwork" (parecía uno de los acristalados palcos VIP del cercano Bernabéu).
Dentro: sillas alineadas, bastante espacio y un silencio extraño. Demasiadas distracciones
protocolarias iníciales y hasta los
primeros aplausos entre canciones parecieron más respetuosos que realmente sentidos,
aún cuando “Sangre de otros mundos” el último y reciente disco que los
asturianos presentaban, es intenso… muy intenso y vivo en sonidos.
Pudieron
las canciones… y su interpretación en directo, enriquecidas por una instrumentación plena de ritmos y melodías, y
es que lo que en sus inicios fue un trío se ha convertido en un sexteto en
directo y así, voces, guitarras, teclados y ritmos tuvieron su espacio,
protagonistas en ocasiones
individualmente y perfectamente ensamblados colectivamente durante la
hora y veinte de actuación, para llevarnos a variopintos y coloridos parajes en
los que los ritmos brillaron con muy buenos momentos en el bajo y sobre todo en
vitalistas persuasiones como contrapunto a una batería más contundente… y densa
en los momentos más atmosféricos “El reflejo de su piel” en el inicio de su
extenso desarrollo.
Con
esta formación y las nuevas canciones demostraron que la etiqueta psicodélica y
progresiva se les ha queda ya muy corta, y aunque sus guitarras sobre todos
sigue viajando por ellas “Fuego al templo” o “Futuro sin color”, brotaron sin complejos los aires meridionales
(andalusíes más que flamencos), mediterráneos y orientales con los que
brillaron y nos hicieron despertar para adentrarnos definitivamente en su mundo...
sus mundos…
…que
nos atraparon, ya si, hasta el final, deslumbrando en “Salvaje historia” con la
voz y los quejios de Aurora Salazar trasportándonos al confort de lejanos
espacios y tiempos. También en “Hechicera” con una intro instrumental de ritmo
carnavaleo y melodía bossa con aderezo psicodélico para el delirio de percusión
y teclado… y nuestro. Oportunísima alternancia de voces entre los distintos
matices de Misha, a la vez en la guitarra y Borja cantando en los momentos más
acelerados y martilleando mientras martilleaba su bajo. Como sorpresivo epílogo
recuperaron I Want You (She's So Heavy)" de The Beatles, versión que llevaban
tiempo sin tocar y que sonó, como el resto, deslumbrante. En el ventanal hay
luz aún en la media tarde... los trajes y corbatas se han trasformado en
caftanes.