Se ha
hecho esperar, casi quince años, el cuarto trabajo en solitario de la veterana
compositora originaria de Washington D.C. En este regreso los riffs y solos de
guitarra parecen contorsionarse en imposibles giros para generar ritmos básicos
de batería y melodías lo-fi de aire nostálgico, pero no triste. Algo que se aprecia más en sus letras que en su música pues dicha
cadencia melancólica ya marcaba su trayectoria anterior. Formó parte de
varias bandas de rock alternativo de guitarras de los 90’ y no esconde ese aire
Breeders entre acústico y rabioso que marco la senda alternativa de dichos años
«Summer» o «Dominoes», pero es en los seis minutos largos de la inicial «No
Thirds», que se despereza entre punzantes punteos eléctricos y crece entre
agrestes acordes de acústica con orquestales arreglos de cuerda, donde muestra
sus cartas. También en el aire folk-rock «Don’t
Dissapear» o «The Dream» y sus violines. Se nota la
presencia de Dave Mattacks, baterista
de Fairport Convention.
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