En
el cómodo, espacioso y agradable recinto de hierba del campo de futbol
municipal de Riaza, se celebró la novena edición de este abarcable festival que
para la ocasión estrenaba un pequeño escenario de apropiado nombre Harvest, ambientado con balas de paja y situado
a nivel del suelo frente a la grada principal. Allí se ubicaron, en íntimo
ambiente, los conciertos de la media tarde. La primera jornada, en principio la
más country, aunque con sorpresas, se desarrolló al baile de los cambios del
tiempo, lo que provocó parones y alteración de horarios, pero también curiosas
anécdota
s para sobrellevarlos mejor.
s para sobrellevarlos mejor.
Sin
tiempo para presenciar la actuación de los pamplonicas Jo & Swiss Knife, los comentarios de los tempraneros
afortunados apuntaban a un alegre y divertido recorrido por el bluegras y
country rock a base de contrabajo, violín y acústica con el castellano como
protagonista en las nuevas canciones presentadas. A continuación abordó la
tarima Jarrod Dickernson en formato
dúo junto a su mujer Clarisa percutiendo con la pandereta y añadiendo coros
mientras el texano, guitarra eléctrica en mano como única arma instrumental,
desgranaba melodías campestres y ritmanbluseras que iban calando finamente entre
los chubasqueros de los asistentes, junto a algún arrebato country-rock entre
gota y gota que animó una actuación lúcida ante el gris del cielo.
Con
las nubes titubeantes y ya en el escenario principal, se presentaron Jenny Don’t And The Spurs que pusieron
el césped patas arriba con su country alegre y trotón, en el que los punteos de guitarra surfera de
Christopher March colorearon las canciones de una Jeny, simpática y jovial, que
arrastró con sus paso de bailes al ensombrerado respetable con su particular
carrusel western aderezado de arrebatos rockeros. Muy animada en «Black Cadillac» correteando cual rodeo entre desparpajo
country de aire informal y juvenil…
dejando claro sus inicios en la escena punk de Portland. Kelly Halliburton, que
hizo sonar su bajo como una guitarra más, tocó incluso con el fallecido y
añorado Fred Cool (Dead Moon). La energía y desparpajo que irradiaba Jeny desde
el escenario se traslado al cielo que no se quiso perder el espectáculo
aplaudiendo en forma rayos y relámpagos… a los que se añadió la lluvia. Ellos siguieron
entregados mientras la gente correteaba,
pero esta vez hacia la grada cubierta. Hubo que parar de forma abrupta en la
última canción, más que por la lluvia, por el peligro provocado por la tormenta
eléctrica sobre el escenario. Una actuación vibrante...
…que
intensifico la tormenta más que la lluvia, provocando una larga parada hasta
hacer segura la presencia de los artistas en el escenario. La espera
sorpresivamente la amenizaron Summer Dean y Kaitlin Butss pie a tierra tocando
en acústico y cantando sin amplificción ante los valientes que paraguas y
chubasqueros en mano rodearon a las
intrépidas artistas. Tras el parón Summer
Dean ya en el escenario y con toda la banda: tres guitarras, slide, violín
y teclados convirtieron el recinto en un honky tonk al aire libre. La texana
dominó el escenario ya fuera guitarra al hombro o sola con el micro. Un
auténtico torbellino que no paró de interactuar e invitar a brindar al público
con ella, mientras iba desgranando extrovertidas melodías country que narraban
historias en la mejor tradición sureña. Arrasó en los arrebatos western,
mayoritarios como requería la noche más que en los momentos del country más
clásico, que fueron menos y sorprendió con canciones de sonido fronterizo
cercanos a la ranchera, para levantar los espíritus con su derroche de energía
y simpatía en una poderosa actuación, bien secundada por unos músicos a la
altura que cubrían con estilo sus momentos más teatrales.
El
retraso horario provocó que la actuación de Myron Elkin
se aplazara a la jornada de sábado por
lo que la siguiente en aparece fue Kaitlin
Butts acompañada también por el clásicos violín country-folk y con un
guitarrista que bien podría formar parte de una banda de hard-rock, alumbró la noche con sus folk rock aguerrido y
su rithmanblues potente. Aunque su imponente voz destacó, y brilló más en las
canciones country de corte clásico y en los tiempos medios y lentos, el público
se dispersó un tanto, siendo en los momentos en los que el country arrebatado inundó
la noche cundo la algarabía se hizo colectiva. Enganchó a base de folk-rock que
en alguna canción sonó épico y sorprendió con momentos de tenebroso rock
gótico-sureño de guitarras oscuras que veían la luz en ‘jevis’ punteos…
mientras la la artista de Oklahoma hipnotizaba con una misteriosa voz. Adoptó
además el roll cabaretero más allá del honky tonk para cerrar, como era de
esperar junto a Summer Dean en el bis, una actuación que fluyó, entre la calma
y la tormenta, como la atmosférica jornada que, con todo... será para recordar.
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