Se cuanta aquí otro negro
episodios de la historia de EE.UU. El asesinato en los años 20’de mujeres indias enriquecidas por la aparición
de petróleo en sus tierras que estaban casadas con hombres blancos. Se narran
los hechos de forma pausada, sin prisas, como si de un detallista escrutador de
la condición humana se tratase, con objetiva crudeza y sin desviarse de una
trama lineal que ¡ojo! a lo largo de tres horas y media, ata al espectador a la
butaca lejos del reloj.
Eso sí, sobra metraje que no aporta nada a la trama e
incluso la lastra: reiteraciones, añadidos o efectismos que en tan extenso
montaje podría servir para profundizar en interesantes secundarios, como el que
interpreta ¡Jason Isbell! Brillan las actuaciones: sobresaliente Lily
Gladstone, cuyas magnéticas apariciones, parcas en palabras, acaparan la atención
junto a Leonardo Di Caprio, convincente y creíble en sus volubles y cambiantes
estados emocionales entre la inocencia y la culpa… y es que se aborda además el
tema del arremetimiento en relación a la delación que en ocasiones conlleva,
como ya ocurriera en las imprescindibles Casino o Uno de los Nuestros. Bien sin más Robert De Niro, cómodo en su
papel a medida y destacable final en forma de comprometedora e ineludible
pregunta que requiere sincera respuesta.
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