En
su primera Riviera colgaron el cartel de no hay billetes y aunque comenzaron
con seguridad, velocidad, directos a cuchillo y sin pausa entre canciones:
‘Mediocridad y confort’, ‘Contra mi generación’, ‘2K20’ y ‘Motores de búsqueda
avanzada’ (tienen demasiada artillería pesada como para andarse con reservas),
en su primer momento de interacción con la repleta sala, comentaron que estaban
emocionados, pero también nerviosos y sobre todo agradecidos… y como de bien
nacido es ser agradecido, echaron la vista atrás para recordar sus inicios y el
duro trayecto hasta llegar hasta este punto.
Se
lo han sudado desde los tiempos del Rock Palace del que lamentaron su no muy
lejano cierre y recordaron a los que ya estaban allí apoyando, para a
continuación rescatar ‘Divino fracaso’ y ‘Las brigadas enfadadas’, que siguen
sonando arrolladoras en escenario grande, y seguir con las canciones de Bremen
no existe, el disco con el que han logrado el consenso de tantos y les ha
abierto un mayor número de seguidores: ‘Domingo especialmente triste’, ‘Una
historia de fantasmas’, ‘La escuela nocturna’, ¡Líneas de sombra’… en las que
¡ay! no se llevaron el teclado, una pena, recompensada con ‘Adalides de la
nada’ otra de la veja guardia.
Tramo
final con el Sindicato de Inquilinas en el escenario leyendo un manifiesto
contra los alquileres abusivos, para acabar con ‘Madrid nos pertenece’ y ‘Una
ciudad cualquiera’ tras denunciar la banda el proyecto urbanístico especulativo
urbanístico de la Puerta del Ángel, barrio a cien metros de la sala, en la
orilla contraria del Manzanares…. se encienden las luces, no hay bises, suena
Spanish Bombs como sonido de despedida, no ha pasado hora y media desde el
inicio, hay ganas de más, también de recuperar Madrid para la gente … y
cualquier ciudad.
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