El director rumano muestra la realidad de su
país en sus zonas rurales más aisladas y envejecidas. Lugares donde parece
haberse detenido el tiempo y donde los cambios políticos y el desarrollo
económico no llegan. a los “supuestos” niveles de bienestar europeo. Un choque
generacional entre jóvenes urbanos que recorren pequeñas aldeas de montaña y la
población que los recibe, la generación que sufrió la dictadura de Ceacescu y
que sobrevive abandonada a su suerte. Intercambio emocionalmente desigual, pues
el grupo de solidarios con un 4x4 (protagonista de esta ‘road movie’ involuntaria)
utiliza la ayuda humanitaria como terapia personal, pero los habitantes del
valle, no hostiles, pero tampoco afectuosos, les evidencian.
Se mueve entre
géneros: social con tinte de documental, aventura, intriga e incluso terror ¡la
naturaleza de noche! pero no acaba de centrarse en ninguno. Sólo un excelente final,
en el que un viejo loco es devuelto a su aldea, hace que la trama encaje. Unas
descarnadas, pero bellas imágenes, muestran a una vecina aseando al demente.
Con pocas palabra, duras y poco afectivas, pero efectivas. La solidaridad sin imposturas, sin necesidad
de diálogo, sin respuestas, porque siempre fue así en el los espacios y tiempos
de las gentes que pueblan las tierras olvidadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario