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| Foto: Salomé Sagüillo |
Esta ciudad no da tregua ni en pleno puente vacacional, se solapan varias
conciertos a la vez como si de un festival por salas se tratara, y todos con
aforos completos. Muchos de los que se quedaron, se decidieron por esta banda
de bandas, más por los quilates que aportan sus miembros que por conocimiento
de su trabajo (se comentaba previamente en los bares aledaños), pues su extenso
disco homónimo dividió en dos partes se ha publicado sin mucho ruido apena hace
dos meses. También por la propia naturaleza de este proyecto, que se intuye
puntual y por tanto como único momento para vivir la experiencia… aunque quien
sabe.
Momento para las presentaciones y resumiendo curriculum: delante de
izquierda a derecha; Alain Johannes, guitarra y otras exóticas seis cuerdas (Queens of The
Stone Age) ejerciendo de maestro de ceremonias junto a Duke Garwood,
guitarra, clarinete, saxo soprano y voz (Mark Lanegan Band), Peter Buck,
guitarra (REM) en un discreto segundo plano… detrás Lisette García,
vibráfono; marimba y delicados arreglos varios, Barret Martin, balería y
percusión (Screaming Trees) y Abbey Blackwell, bajo eléctrico y
contrabajo (La Luz, Alvvays).
Con
el citado plantel, el espíritu de Lanegan planeó en varios momentos por la
sala, invocado con varias alusiones a su persona y algunas canciones en las que
parecía transmutarse en el cuerpo y voz de Garwood… pero no fue esta noche un
merecido ceremonial a su persona, sino un respetuoso y puntual recuerdo, en el que
los músicos olvidaron sus nombres propios para ofrecer una experiencia musical colectiva
que partiendo de los sonidos del desierto, se expandió de manera natural, casi
sin querer, por terrenales sonidos globales de oriente y occidente y por
espaciales viajes alejados de la superficie terrestre…
…como
indicaba una luna llena aparecía en pantalla en la canción inicial «Shacking For The Snake» y «Saturn
Ceilling»,
las primera de las veintidós incluidas en el citado disco que… ¡interpretaron
al completo! y casi en el mismo orden. Además se trajeron todo el arsenal
instrumental, con la intención de mostrar
hasta el más mínimo detalle de lo grabado en estudio. Tras la progresión
jazz de «Sacred
Tree» con Garwood desdoblándose en los vientos, y un cumpleaños feliz tarta incluida
para Buck, la banda se puso “en modo acústico”, con el celebrado guitarrista, cambiando a dicho formato y Abey al contrabajo.
Así llegaron dos pausados y emocionantes momentos «Embers» y «Where We Belongs»
con delicados goteos electrónicos jugueteando con las metlícas laminas y
tubulares de los instrumentos de percusión.
Después de
«Paredes» dedicada al guitarrista
portugués del mismo apellido y de nombre Carlos, llegó el momento de la noche más
animado y “agradecido”, un pequeño oasis en la hoja de ruta con «The Strangest
Season» que sonó desmelenada y folk, «House Of Flowers» amable y recreativa,
cercana al pop y «Spirit Away» exaltada y trotona en sus esencia étnica… para
tras versión «Long Gone Day» de Mad Season (otr banda donde aparece Barret
Martin) volver al hechizo íntimo de «Meteors» y «Buterfly» con sus campos de marihuana
proyectados en pantalla, para volver de nuevo enérgicos a la versión más osada
de la banda, la que se adentró en los territorios del sonido racial y tribal
con «Land Of Spirit» y «Tuareg Asteriod»… para acabar con «Making A Cross» compuesta por Johannes
para las Desert Sessions auspiciadas
por Josh Homme y sus colegas, la coreada «The One I Love» de REM, y la
vociferada «Hangin’ Tree», en las que el muy atento y respetuoso público en
toda la actuación, se soltó encantado tras dos horas y media de viaje por
diferentes altitudes y latitudes sonoras… que corra la voz, y a ver si
vuelven.



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