05 diciembre 2025

THE WATERBOYS (1-12-25) La Riviera (Madrid). Publicado en la web Rua 66

Foto: Joe Herrero
 
No era fácil la papeleta que tenía que defender el bueno de Mike Scott en el gélido lunes capitalino. No por él, que tiene artísticamente claro de dónde viene y donde quiere estar tras más de cuarenta años de carrera, sino por el público asistente, principalmente cincuentones que crecieron con las canciones del escocés en los ochenta y primeros noventa pero, que se desengancharon de él (y de la música muchos) según la vida avanza hacia la edad adulta. Significativo: en el “merchan” no había casi discos, solo camisetas. 
 
Todo esto viene a cuento, porque el escocés, que saboreó las mieles del reconocimiento comercial en la citada década, siempre ha gustada de complacer a sus seguidores (que le llenan las salas), pero sin olvidarse del presente. Actualmente su febril producción discográfica raya a buen nivel, aunque la repercusión ha disminuido… y para los conciertos de esta gira, ya había anunciado, precavido él, que tocaría buena parte de su reciente último trabajo Life, Death of Dennis Cooper una virtual y conceptual banda sonora sobre la vida y obra del icónico actor citado en el título.
 
Dicho esto, la actuación se ideó en tres partes bien diferenciadas. La primera para el público, pero también para él, con una hora de clásicos que sonaron como lo hace ahora Mike, con las guitarras más crudas y afiladas para que las canciones sonaran más enérgicas, ritmanbluseras y algunas con un tono funky-soulero rokerizado,  y para dejar claro de que iba a ir la noche, se marcó para empezar  una versión de Willy Nelson «Me and Paul» de las que justifican  una entrada.
 
 
Foto: Joe Herrero

Sonaron igual de rabiosas las canciones que formaron parte de su disco del 1985 el This Is Thes Sea que fue protagonista en esta primera parte con «Medicine Bow» y «Be My Enemy» que sonó como si el Dylan eléctrico más desbocado estuviera en el escenario. Curiosamente, y a continuación la versión del «Knockin’ On The Heaven Door» no capturó la esencia del Bardo de Minesota y, sonó intrascendente, aunque la asistencia la recibió con desmesurado alborozo.
 
La primera hora finalizó con «Fisherman Blues» que ganó mucho sonando actualizada y con los teclados sustituyendo sutilmente, como a lo largo de todo el concierto, a los arreglos de violín, para acabar acústica en mano y lentamente con «This Is The Sea» del disco del mismo título protagonista en este tramo, que se alargo hasta convertirse en exaltado góspel. 
 
La segunda parte fue para él, y para los que se dejan sorprender, pues las canciones de Hopper, aunque sonaron en consonancia a las anteriores en cuanto a instrumentación, no fueron del interés de la mayoría. Aún así, el
bueno de Mike se preocupó en todo momento de introducir las canciones con una de sus coristas traduciendo lo que comentaba sobre la vida del homenajeado, incluyendo videos y grandes fotos sobre caballetes en el escenario que se convirtió en una pequeña galería de arte.
 
 
Foto: Joe Herrero

Fueron Cuarenta y cinco minutos muy disfrutables, con trío coral incluido,  que comenzaron a fuego lento con «Kansas» y alusiones e imágenes a Steve Earle (que ha tocado en alguna de las bandas que ha acompañado a Mike), para continuar con las animosas  «Live In The Moment, Baby», «The Tourist» y la incendiaria «Hopper’s On Top (Genious)». Se alternaron canciones más movidas con tempos más pausados según correspondían al auge y caída del homenajeado en pantalla.
 
La última media hora, fue la vuelta al orden, aunque no tanto. Sí por repertorio, de nuevo el This Is The Sea como protagonista, pero no por sonido. «Don’t Bag The Drum» que pilló a más de uno en el baño subiéndose apresurado la bragueta o apremiando al camarero a servirle la cerveza, aún sonó con la garra y energía de las predecesoras, pero en «A Girl Called Johnny», «Spirit» y «The Pan With» las guitarras perdieron protagonismo a favor de unos teclados de sonido “demasiado ochentero” ¡con lo bien que habían sonado durante toda la actuación! para desencantó de una minoría silenciosa frente al fervor general. 
 
Nada que no se pudiera perdonar en el bis con Mike al piano en «The Whole Of The Moon» en el que intercaló un sorprendente «Every People» de la Sly & The Family Stone… y así terminó, tras dos horas y cuarto de concierto, solventando la papeleta para todos, aunque con algún parcial evaluado por debajo de la media, según la calificación de unos u de otros. La del que esto escribe ya ha quedado reflejada.    

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