Entre oscarizadas, megalíticas o gansteriles
producciones de renombre llegadas desde los EE.UU, todas ellas laureadas, pero
fácilmente exfoliables, se hace hueco esta modesta producción independiente.
Una drama que narra el día a día de un una familia que ha sufrido una tragedia
(se desvela según avanza la trama) y provoca el distanciamiento del padre con
respecto a la abnegada madres y la hija, con problemas de conducta. Emociones
incapaces de gestionar por el padre protagonista que se aísla en su anodino trabajo
ocultando un duelo que no acepta, hasta que se encuentra con un grupo de teatro
de barrio formado por gente que no parece la más adaptadas socialmente.
Están
representando el Romeo y Julieta de Shakespeare y acaba participando como un
clavo ardiendo al que se agarra para escapar de su infierno interior. Contada
de forma sencilla, pero no fácil, con un guion que muestra poco a poco, pero sin rodeos lo que la trágica historia
esconde, Convincente y emotiva pero sin sensiblerías, directa y sin atajos,
apoyada en un reparto neoprofesional, que forman familia propia en la vida
real, al igual que la dupla que los dirige. Un reflejo entre el drama real y el
ficticio de la universal obra, que muestra el poder del arte como bálsamo en la
vida de la gente. Una película perenne.
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