En
sala de apenas cien personas, entre apretones sudor, luces difusas y botellas
de cerveza sonando, aparecieron los madrileños para presentar su último trabajo
‘Los músicos de Bremen’ cuyas canciones se alternaron con las del anterior ‘Gran
pantalla’. Dos propuestas conceptuales: distópico, futurista y evasivo el primero, generacional, terrenal y conciso el segundo…. excelentes
ambos marcando pautas éticas y estéticas en músicas y letras de punk
contemporáneo sin olvidar los orígenes...
…el
aluvión del primer punk, el de finales de los setenta con la energía de Pistols
y Clash a los que recordaron con sus camisas ‘do it yourself’ y brazaletes de mensaje
nihilistas (no, nada, nadie, nunca). Sonaron veloces, con rabia, desgañitándose
en la voz y sin olvidar las melodías en vibrantes y marcados sonidos de bajos,
guitarras al filo, arrolladores golpes
de batería y directos e incisivos punteos de guitarra para suplir la ausencia
de los teclados del disco.
Un
directo como lo de antes… de la vieja escuela (va a ser difícil ya verlos así),
entre el enredo de cables, cajas y platos que se viene abajo, suelo resbaladizo
de alcoholes y micro para quien quiera en enérgico y feliz jolgorio gritando
coros y estribillos. Apenas una hora para saldar cuentas contra la infame
realidad entre ‘Líneas de sombra’ ‘Contra
mi generación’ en ‘La escuela nocturna’ que fue este ‘No lugar’ en ‘Una ciudad
cualquiera’ que el día siguiente se convertiría en un ’Domingo especialmente
aburrido en ‘Una historia de fantasmas’ entre ‘Motores de búsqueda avanzada’ y
‘Máquinas blandas’… porque ‘Madrid nos pertenece’ como esa noche nos perteneció
Cáceres y la siguiente tu ciudad… tu lugar.
Con
el personal calentito, Los Bengala, convertidos ya en trío, continuaron
incendiado la noche a base de bajo-guitarra-batería de sondo primitivo y
salvaje. Directos y contundentes, ataviados como tigres y haciendo honor a su
nombre, arañaron sus instrumentos hasta herir oídos derrochando ruido e
ingenioso desparpajo verbal, ‘Jodidamente loco’ porque ‘No hay amor sin dolor’…
ni fiesta sin sudor.
Fotos: Robbie Ramone
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