La extensa gira programada para la presentación del pantagruélico
'Violética' continuó por tierras extremeñas con un teatro en el que no había un
hueco libre entre sus palcos y butacas de patio. Gran ambiente y expectación en
una ciudad poco acostumbrada a recibir artistas y bandas con propuestas
alternativas de actualidad.
En los teatros, el contexto impone, y se amplifica si a ello le súmanos la
pulcra puesta en escena de Nacho y su banda. No fue esta noche una excepción y
el público se contagió de solemnidad nada más aparecer los músicos y estos se
fueron situando con minuciosidad y en silencio en sus respectivos lugares.
Con la intimidad del entorno descrito, se rompe tibiamente el silencio con
la canción que abre el disco "Corazón helado", la imperecedera
"La Plaza de la Soledad", "Ideología" donde el posicionamiento
político no se olvida aunque cambie de tono (más sutil) en canciones como esta
o como la siguiente "Desborde" una hermosísima melodía en la que los
teclados de Abraham Boba le dieron el brillo preciso.
Estremecedor inicio que comienza a despertar emociones y a exaltar las almas
con la animada "Ciudad Vampira" o con "Crímenes cantados"
donde aquí si... la crítica se hizo explicita... y emocionante, apelando a las sentimientos
más profundos que un correctísimo Nacho introdujo con parsimonia... y recordando
agradecido a los que estuvieron en sus anteriores y ya lejanas actuaciones en
la ciudad, cuando su propuesta era menos mediática. La batería de Manu Molina
marcó un ritmo de réquiem y las guitarras se enmarañaron en ruido.
Aunque 'Violética' con sus dieciocho canciones era el disco a presentar,
Nacho picó de aquí y de allá en su amplio repertorio, y no apreciaron más de la mitad de las nuevas
composiciones... aunque no se olvido del vibrante y delicado recitado de
"Ser árbol" ni de la delicadez de "Las palabras mágicas"...
no hubiera estado mal una actuación temática centrada... si no en la totalidad del disco, en la mayor
parte.
En la recta final, imprescindibles de su repertorio en los últimos años como
"Nuevos planes, idénticas estrategias", "Como hacer crack"
o "la gran broma final" con la banda en plenitud, sacando lo mejor de
sus instrumentos, con Joseba Irazoki y su contenida guitarra desbordándose... y
preparando la histriónica tormenta sonora de “Maldigo del alto cielo"
cancón de Violeta Parra que inspira el disco y su título... que casi
consigue despegar de los asientos al respetable, que ya no se pudo contener con
el broche final en que se convirtió la esperada "El hombre que casi conoció
a Michí Panero".
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