Estrenada en la Checoslovaquia de 1966, en el
contexto de las dictaduras comunistas de Europa del Este y la Guerra Fría, es
una ácida crítica que igual zarandea al comunismo que al capitalismo. Lo hace a través de dos jóvenes en apariencia
frívolas, que ante la locura de un mundo irracional, la primeras escena muestra
bombas cayendo, deciden actuar “si en este mundo todo está corrompido ¿estaremos
corrompidas nosotras también?” por
lo que a lo largo de sus inconexas escenas en psicodélico collage, se ríen de
acomodados hombres maduros a los que engatusas para que les inviten a comer,
boicotean salas de baile haciendo el ganso o desvalijan un pantagruélico y
rimbombante banquete ajeno.
Gamberradas que se suceden sin ninguna atadura de
un guion que fluye libre sin atender a la linealidad, en el que se experimenta
en lo formal como si de un pionero videoclip se tratara. Un caleidoscópico viaje
pop sin rumbo que recuerda a Chabrol y al Buñuel surrealista, aunque esta película beba realmente del
absurdo y el dadaísmo, con un componente naif colorido y divertido que en
algunos momentos recuerda también a Chaplin y del que debió tomar notar Iván
Zulueta en “Un, dos, tres… al escondite inglés”. Atrevida y feminista ¡pasó la
censura! aunque acabó con la carrera de su adelantada directora.
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