El
nonagenario cineasta a sus 94 primaveras ycon 42 películas como director a sus
espaldas, se resarce con creces del fiasco de su anterior entrega Cry Macho,
mostrando con una historia que le sitúa entre lo mejor de su filmografía junto
a GranTorino, Million Dolar Baby o Mistic River por citar algunas. La justicia
de nuevo, como constante en su extensa carrera como director, es la
protagonista, mostrada como un dilema moral que se muestra sin tomar partido y
que sabiamente en su tramo, la difícil elección sobre la culpabilidad o
inocencia (no solo la del acusado ¡ojo! y no solo legalmente si no bajo los parámetros de la ética) queda
en manos del público.
La película
es un drama judicial clásico con todos los ingredientes del género, que Clint
maneja a la perfección con una puesta en escena y un montaje sobrio, sin florituras. No faltan
giros de guion típicos del género para descolocar al público y retenerle en la
intriga e incluso en la reflexión, personajes secundarios que ganan o pierden
relevancia según se suceden las escenas, divertidos unos, sagaces otros,
creídos y descreídos todos ellos según avanza la trama... mientras se manejan
las emociones psicológicas de forma contenida y…
… acertada
exponiendo a un jurado popular de doce personas ante la en principio fácil
decisión de sentenciar como culpable o no culpable a un acusado de asesinato.
De inicio parece una clara versión de Doce Hombres sin Piedad, pero en seguida
aparece un elemento clave que hace que la historia se desmarque del citado y
recomendable clásico. Un miembro del jurado que aún cuando su mujer está a
punto de tener su primer bebé, muestra un interés por el juicio que parece poco
razonable para una persona en sus circunstancias, y hasta ahí se puede contar,
porque lo que realmente ocurre se cuenta al público en breves flasback que se
van complementando a medida que trascurre la cinta durante los ciento veinte
minutos que atan al público a la butaca.
Este recurso
técnico, por poner un pequeña pega a la película, quizás pudiera haberse
utilizado menos o algo más tarde, pues aunque no se cierra el círculo hasta el
final… incita a la sospecha, de este doble juicio, por un lado colectivo y bajo
el peso de la ley, y por otro individual
bajo el de la ético. Si no es su última película tiene difícil superarse, así
que a riesgo de un nuevo pinchazo, no estaría mal que esta película fuera el testamento
cinematográfico del magnífico maestro del cine.
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