A sus
70 años Moretti presenta una obra autor-referencial en la que reivindica sus
principios artísticos y humanos en este homenaje a los valores del cine en los
que cree, lejos de los actuales de espectacular
imagen vacía de contenido. Lo hace mediante un divertido embrollo en el
que se solapan cuatro rodajes de película a la vez, con el propio director como
alter ego. En la principal según se mire, se filma la historia de dos personas
afiliadas al Partido Comunista italiano, que rompen con los dogmas oficiales durante
la Revolución húngara (1958).
En otros dos se muestran a una joven pareja y sus
opuestas formas de afrontar la vida, con el protagonista tomando partido, al
igual que en el rodaje de una película de acción carente de intención
artística. Ambas en tiempo actual, al igual que la trama del rodaje a tiempo
real que con graves problemas financieros que busca productora, mientras la
relación de pareja del director se desmorona. Aunque filmada en tono
melancólico, fluye de forma amable, recuperando el espíritu de Caro Diario (1993).
No falta una escena en la que, adaptándose a los nuevos tiempos, pasea por Roma
en patinete. Una tragicomedia de sencillo lenguaje cinematográfico, necesario
para no perderse entre las subtramas, además de un tributo a la canción
italiana.
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