Raül Fernández sigue alejándose de convencionalismos musicales, no sólo con un tercer disco personalísimo y atemporal como es "La Matrona" (dificultad para encontrar paralelismos actuales), sino también a la hora de presentarlas, eligiendo una sala fuera del circuito habitual de conciertos en Madrid.
Clamores, con la gente sentada en mesas de cafe-teatro, tiene un piano de cola ideal para las canciones de Refree y se antepone esto a un más que probable número mayor de público en cualquier otra sala. Por otro lado, es un lujo disfrutar de estas canciones con la complicidad que da la cercanía de los músicos y el ambiente de máxima atención a las mismas sin la, cada vez más habitual, banda sonora de murmuradores de fondo en los conciertos.
Se complementaron bastante bien las canciones más vitales de su últmo disco, alegres a veces, con las de su anterior y exitoso "Nones" más melancólicas. No interpretaron ninguna de su primer disco "Quitamiedos", alternándose pasajes de cadencia emotiva con algún que otro ramalazo de éxtasis sónico en el final de algunas canciones. Hubo momentos en que los pies se mordían los zapatos por desatarse de la silla y moverse, mostrando Räul una alegría intima del que se sabe con un tímido "as" en la manga.
Bien arropado por sus músicos habituales: bajo sobrio y preciso, batería con toques jazzisticos y piano-acordeón cálidos y muy presentes, facilitaron el recorrido por sus habituales sonidos arrabaleros, mediterráneos y últimamente experimentales de estructuras rotas.
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