Tras sus últimos trabajos centrados en figuras
de peso: Buñuel y Medea, el historietista y bajista de Hombre Tigre se aleja de
lo trascendente, y vuelca su experiencia en el comic infantil en el aspecto
técnico y estético, utilizando un estilo más despreocupado y muy fluido de diálogos
directos que no se desvían del objetivo propuesto por un guion sencillo para
narrar la historia de una joven escritora cuya relación sentimental con una
mujer casada con hijos no acaba de prosperar.
Una atmósfera de melancolía tensa
que partiendo de lo cotidiano y sin grandes artificios hace partícipe al lector
en las decisiones de la protagonista. Momentos agridulces sin exceso de drama ayudado
por el uso del diálogo a veces directo entre el personaje y el autor. Elia
decide poner tierra de por medio y aislarse en un pequeño pueblo costero donde
comienza una nueva vida en el que sus inquietudes se diluyen con las colectivas
de un lugar en el que cada cual lidia con sus desdichas ocultas. Aparecerán
así, curiosos personajes que formarán su círculo cercano para las penas y alegrías
diarias. Relaciones que crecen lentas, al igual que su paciente dedicación a la
recuperación de plantas que brota al mismo tiempo e imperceptiblemente que la semilla
de la incomprensión y los prejuicios ante lo diferente.
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