¡Volveré! proclamaba el texano cuando se
despedía en los conciertos de su anterior gira…. y ¡cómo no! ‘The Dirty Old One Man Band’ ha cumplido su
promesa, aunque su fiel feligresía ha tenido que esperar cinco años, con
tiempo pandémico de por medio. Buena asistencia (bastantes eran los que
repetían) de un público que tuvo que decidir ante otras tentadoras y cercanas
propuestas en este “otoño caliente” en Madrid, que disfrutó del variado
repertorio al que el de Austin tiene acostumbrado en sus discos (el último
Fever Dream de 2020) y directos.
Sentado y únicamente acompañado por tres guitarras y el sonido pregrabado de un bombo que no paraba de golpear rítmicamente con su píe izquierdo, encadenó canciones entre el cielo y el infierno sin tiempo para acomodarse en alguno de ellos. Comenzó con su vieja y desgastadísima Gibson del 36 arañando sus cuerdas con fiereza hasta romper alguna, momento en el que sin levantase de su taburete (no lo hizo en la hora y media de actuación), cambió la misma mientras a ‘capella’ se dedicaba a cantar espirituales con su embarrado vozarrón.
Quedaba claro
que la noche iba a tirar por ahí, por el primitivo blues del delta, acordándose de Muddy Watter con el clásico ‘Hoochie
Coochie Man’ que grabara en 1954 y escrito por Willie Dixon, para continuar con
acelerado blues grasiento, aunque ¡eso sí! electrificado en cruce de caminos
con el blues de Chicago y más allá, pues los riffs y punteos de guitarras se
desbocaban en hillbilly sucio y frenético.
La segunda
cuerda que saltó por los aires pareció ser rota aposta para cambiar de guitarra
y registro, pues con la Explorer en forma de estrella atacó el repertorio más ‘hardpunk’… con las seis cuerdas sonando
potentes, vibrantes y aceleradísimas, para cambiar de nuevo de guitarra y
embaucar sin perder la energía, con sonidos más campestres. Leves y antagónicos atisbos entre The Stogges y The
Band… para volver en el tramo final a la vieja guitarra y los cantos y salmos
entre el góspel y el rock and roll. Tocó más blues que country y se acordó de la armónica solo en una ocasión pero emocionó
con algunos medios tiempos: ‘Slow & Easy’ al final. Simpático y hablador
durante toda la actuación (aunque sin excederse), se despidió tras un intenso y
divertido concierto sin decir nada sobre volver… no hizo falta sus leales saben
que lo hará.
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