Película con guión del propio director e inspirado en tres cuentos de
Adrian Tomine, en el que han colaborado
además Céline Sciamma (este mismo año dirigió Petite
Maman) y Léa Mysius, mantiene ciertas similitudes con ‘La peor persona del mundo’ del noruego Joaquin Trier
en cuanto que refleja la confusión de los jóvenes que llegan a la edad adulto
preparados pero desorientados en cuanto sus relaciones de pareja o su situación
laboral y en definitiva vital.
Otra similitud es el contexto en el que se localizan los
episodios de ambas películas pues tanto las ciudades de Oslo y París (bien
filmadas ambas) aportan una influencia inerte pero influyente en el carácter de
los personajes que en el caso de París no es nada amable, más bien lo contrario
pues muestra una periferia de bloques residenciales en altura dominados por el hormigón,
donde cohabitan y sobreviven en precario o con dificultades los jóvenes
protagonistas como reflejo de la Francia multicultural y racial. Más
similitudes, el uso de la narración ágil y el diálogo fluido e inteligente en
planos y contraplanos y en planos secuencia que nos remite a las comedias
clásicas de Woody Allen, aunque el director francés le imprime a los mismos una
acidez que raya lo vitriólico.
La diferencia está en que en la anterior se focalizaba
principalmente en una única protagonista y en esta lo hace en tres personajes
de distinta raza, cuyas vidas se cruzan de forma verosímil en diversos ámbitos
en los que subyace la crítica al actual mundo del trabajo, la educación o la
vivienda…. como soporte condicionante a los problemas de fondo de los
protagonistas: desarraigo (ninguno de los tres tiene orígenes parisinos, dos de
ellos ni siquiera franceses), inseguridad en las relaciones de pareja
(ocultadas en el sexo por exceso o por defecto), o aceptación o valoración
personal (diferentes e insatisfactorios trabajos).
Buenas interpretaciones que consiguen hacer creíbles los
personaje y que el espectador se identifique con ellos, sobre todo la de la
Lucie Zhang, en el papel de la un tanto acolada pero firme en sus posturas Émilie,
junto Noémie Merlant en la piel de la desconcertante y frágil Nora y Makita
Samba como Camille, el pragmático y camaleónico personaje masculino de este
triángulo imperfecto pero que se equilibra en instintiva solidaridad no parece
que buscada al que se une como secundaria Jehnny Beth, ex líder de la banda de
rock británico Savages.
Algunos peros… algunas escenas sobradas de técnica pero excesivamente efectistas rayando lo morboso en relación al desenfreno de la noche y el sexo y la utilización del siempre valorable blanco y negro que quizás no fuera necesario en esta historia, además de un final un tanto anodino por previsible… aunque nada de ello impide recomendar la nueva película del reconocido director francés.
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