De la mano de Giradiscos y La Montaña Sagrada, nos agrupamos un puñado de elementos para ver a este inclasificable dúo neoyorkino, en una de esas cuevas bodegueras que pueblan los sótanos de popular barrio de Malasaña.
Armados con una batería, la de Matthew Mottel y un sintetizador, el de Kevin Shea escupieron sin piedad una dosis de caos ruidista de ritmos frenéticos a la vez que himnóticos, en el que no había hueco para las guitarras y si para todo tipo de percusiones y arreglos nada melódicos aunque desbordantes en su rugido distorsionado.
En su último disco "Boogie in the breeze blocks" (2009), colaboran varios instrumentistas, hasta crear una especie de experimental big band, donde suenan rebosantes instrumentos de viento con los que se mueven de forma nada ortodoxa por los terrenos del free-jazz, space-rock, psicodelia, algo de garaje e incluso soul... con Frank Zappa y Robert Fripp en la mente... pero en este directo, mostraron su cara más cruda y salvaje y el espíritu de John Zorn era realmente el que planeaba por la s bóvedas del oscuro sótano de ladrillos. Sólo bateía, sintetizdor y voces.
La cajas y platos de la destartalada beatería de Kevin, sonaban descarnadas, sin concesiones vistosas y una velocidad pocas veces vista. Bipolar pues sonaba primitiva y tribal unas veces y maniática rayando la neurosis otras... eso si siempre sincopada y frenética.
El "sinte" descacharrado de Kevin, sonaba a mil batallas... una taladradora todo terreno sin engrasar, destripando sonidos repetitivos con terquedad y atino. Las voces-rugidos de ambos se alzaban entre la maraña sónica, recordando a los delirios suicidas de Alan Vega y Martin Rev.
En la canción final (me atrevo a decir "Herodiade" ya que el directo, con respecto al disco cambia bastante como ya se ha dicho), transitan incluso por el camino del hip-hop callejero de series policíacas de los 70' con bandas sonoras de música negra como referencia. Alusiones a su ciudad y sus habitantes no faltaron entoda la noche.
Fue como estar durante una hora inmerso en un garito del Brooklin más oculto, en esos en que nos imaginamos que es donde cuecen cada noche los sonidos más novedosos y de vanguardia de la Gran Manzana. ¡ Trepidante !
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