El Cáceres Underground Weekend continúa celebrándose aunque en su versión ‘month’. Las conocidas circunstancias han provocado su reconversión, del fin de semana de conciertos pasamos a una actuación semana dominical. Lo que no cambia es lo que hace especial a este entrañable encuentro anual, su formato: escenario pequeño con aforo limitado en el coqueto patio-jardín poblado de mesas en el que se hace más placentero disfrutar de la gastronomía y a la vez del directo a las 15:00 horas de una tarde de otoño.
Contexto que supieron manejar y también disfrutar Luke y su imprescindible hombre de confianza Roberto Lutti. Sólo dos guitarras, la del primero acústica aunque electrifica llevando los ritmos y la del el segundo eléctrica como solita, aunque alternándose ambos en arreglos de slide y punteos que se enrrevesaban entre las copas de vino, suyas y nuestras.
Los coloridos platos y postres danzaban entre las mesas y el de Michigan se propuso aderezarlos con un menú sonoro amplio con el recetario de New Orleans como base: blues del delta, country agitado y rhitmanblues trotón con algunas briznas de swing elegante en ocasiones presentado en versiones extendidas con las que se recrearon en juegos de guitarras
Color y sabor para todos los gustos cuyos entrantes se concretaron en canciones crepusculares y de tempo lento, presentando nuevas composiciones como ‘Lissa’s Says’ (adelanto de su próximo disco) entre aires fronterizos e hispanos con breves momentos para el castellano, para continuar sabiamente, como el propio Luke apuntó, subiendo de intensidad en los postres ‘I’m Glad Trouble Don’t Last Always’, hasta desatarse en la sobremesa y hacernos participes de su fiesta culinaria ‘Swing That thing’ que finalizó tras casi dos horas en amigable charla y mutuo reconocimiento con el variopinto y familiar público.
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