La
nueva película del cineasta madrileño que busca (igual que su principal un
empresario protagonista que fabrica balanzas) el equilibrio entre el drama y la
comedia mientras expone la realidad del empresario español tradicional: de
provincias, carismático, entre campechano y moderno. Y cercano a sus empleados que
define como su familia.
Partiendo
de dicho prototipo, la cinta es una mordaz e inteligente crítica al sistema
empresarial como referente del entramado socioeconómico actual, en el que toca
diferentes teclas que afectan al mundo laboral: despidos, reajustes, becarios…
precisamente cuando la reforma laboral agita la actualidad política de momento.
Julián
Blanco, magníficamente interpretado por Javier Bardém busca la excelencia
empresarial, el único título que le falta en su pared de premios. Es en ese
momento cuando una serie de desequilibrios en varios departamentos de la
empresa provocan que ‘el buen patrón’ comience a mostrar su verdadera cara. sin
perder la calma, taimado y a la vez enérgico,
intentar mantener sus intereses llevando
el arte de la influencia hasta el ámbito privado de las personas que le
rodean.
Diálogos
brillantes, giros inteligentes y situaciones berlanguinas que provocan la risa
precisamente en contextos que parecen menos intencionados, pierde eficacia
quizás cuando el sesgo cómico se muestra de forma más clara. Hay
alguna subtrama un poco forzada en su desenlace, como la historia de la becaria
o el empleado despedido, pero en resultado final es positivo y aunque la balanza
final quede desequilibrada (mejor la primera parte donde la comedia negra se
impone que la segunda donde la comedia se desata de forma más convencional…)
pesa más la calidad aunque no llegue a excelencia.
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