Décimo disco de estudio del veterano y entrañable londinense. No
parecen demasiados tras cuatro décadas desde que el compositor e intérprete
británico comenzara a hacer canciones en los 80’ vinculado al movimiento
antifolk de hondo calado social en su comprometido con el movimiento obrero y
la clase trabajadora.
Tampoco es que haya perdido el tiempo, pues además de con
sus canciones, ha estado siempre activo en diferentes proyectos, como en ‘Mermaid
avenue’ los dos discos junto a Wilco en los que pusieron música a los poemas de
su referente Woody Guthrie… o presente también como escritor, lo último
publicado, el ensayo ‘Las tres dimensiones de la libertad’.
Es éste un disco de carácter íntimo… sosegado, en el que no se aleja de
sus inquietudes sociales, aunque las aborda desde un punto de vista más
personal que colectivo, avanzando musicalmente en personal folk pop. Canciones que pasan desapercibidas entre un tono reflexivo general apenas
alterado por algún moderados ramalazos de country: ‘Should have seen it coming’, arrebato
eléctrico: ‘Mid-century modern’ alegre hillbilly campestre: ‘Freedom
doesn’t come for free’ en incluso sutiles aires soul y góspel: ‘The buck doesn’t
stop here no more’ o ‘Pass It On’ Un disco de escucha reposada y para perdurar
en el tiempo con el que Billy Bragg no baja la guardia, aunque sitúe en un ángulo
diferente.
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