Todo
un clásico de la escena, ya sea delante o detrás de la cámara, es quien
produce, dirige y protagoniza a sus noventaiún años, su epitafio artísticos,
pues aunque no se ha confirmado, puede que sea su última película, al menos
como director, aunque el viejo Clint parece incombustible… aunque igual le que queda la última bala en
forma de film.
Mike
Milo, un viejo vaquero de rodeos, devuelve un favor a su antiguo jefe aceptando
el encargo de cruzar la frontera mexicana para arrebatarle a su ex mujer al
preadolescente hijo de ambos y entregárselo de vuelta en territorio texano. En dicho viaje parece encontrar los lugares y
personas con los que compartir retiro, no solo ficticio… sino real en busca de
una vida sencilla y sin preocupaciones, antagónicas al ajetreo profesional y
personal que ha vivido.
A
partir de aquí comienza una muy pausada “road movie” en la que Clint nos
muestra las preocupaciones habituales de su filmografía de madurez… saldar
cuentas con el pasado, hacer las paces con uno mismo, la familia real de la que
te alejas mientras te acercas a las que no te corresponde y encuentras, el
apadrinamiento más o menos involuntario… como no acordarse de su obra maestra
¨Gran Torino¨ (2008), pero… ese es el problema acordarse… pues esta historia
con gallo de por medio no resiste la comparación. Gallo al que Clint se refiere
como pollo y cuyos juegos de palabra no habla de la juventud y la madurez y de
los machos que parecen serlo y no lo son y los contrarios.
Clint
sigue siendo el mismo, explotando para bien sus estereotipos de tipo silenciosos de aspecto duro, escasas
palabras y actos distantes que oculta una cordialidad lanzada cínicamente y con
cuentagotas… no falta algún lapidario aforismo sardónico, ni su elegancia en el
traro, sobre todo con las mujeres… ni
¡cómo no! su imponente presencia escénica e interpretativa, pero faltan tramas
ocultas, personajes con personalidad, emoción suspense… características del
cine que le ha hecho ilustre. Sobran subtramas sentimentales de telefilm la
principal e incluso vergonzante un conato amoroso en el principio de la
historia. Sobran bochornosos conatos de acción protagonizados por
caricaturizados perseguidores del pausado anciano.
Falta
un reparto a la altura, personajes secundarios planos, sin alma que parecen
intimidados ante la figura del eterno sombreo. Falta la mala leche que le sobra
a esta edulcorada historia para todos los públicos en el peor sentido del
término, y es que Clint ya ha demostrado saber hacerlo, tanto para todos, como
para unos pocos. No tiene ya que demostrar nada, así que es de él y para él, y cuenta
lo que quiere y como quiere, pero…
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