El proyecto personal de Iván Andrés toma su nombre de la película que en 1980 supuso la puesta de largo del
apreciado cineasta Jim Jarmusch, y en él se combinan elementos del
rock ruidista entre guitarras y cajas de ritmo y sintetizadores destartalados
que recuerdan a Sucide en “Eterna” pero también guitarras de sonido añejo y
primitivo que beben de Tav Falco
“Cuchillo” o toman a los Cramps como referencia “Vampiros”.
Una variada muestra de
canciones de sonido distorsionado, turbio, repetitivo y amenazante que,
condensadas en menos de treinta minutos, y desde diferentes perspectivas no
rehúye el componente experimental, en melodías retrofuturistas “Tu Warhol” y
desérticas “El Tarot” envuelto en ritmos electrónicos tribales y minimalista
“Cegado por la luz”. Con dichos ingrediente, el compositor salmantino narra costumbristas
historias de tono oscuro entre la realidad y la ficción, siempre afiladas entre
la nana terrorífica y el espanto del suspense.
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