No
ha pasado un año desde que la reaparecida banda (tras parón de siete años) presentara
en directo en la capital las canciones de Clarividencia
(sonido Muchacho 2024). Desde entonces Leo Mateos y su renovado cuarteto,
al que se une en directo el imprescindible teclado, no ha dejado de girar… en salas, porque en los veraniegos festivales
no se les vio el pasado año. Había dudas sobre la respuesta de un público con
sobredosis de directos en este inicio de año y ante el reto de una sala de
mayor aforo. Dudas despejadas, a ellos les funciona modelo tradicional de
conciertos, así que…
…
otro lleno de los madrileños que han alargado el ciclo vital del citado trabajo
lanzando un single en primavera “Hay que matar a ese cerdo” con el que
precisamente cerraron una actuación misteriosa entre atmósferas sobre la que fluyeron las eléctrica lucidez y los
sombríos silencios de sus inconfundibles guitarras… y teclados cada vez más
prestines aparte. También acaban de publicar No te puedes rendir (Sonido Muchacho 2024), cinco canciones que al
igual que la anterior, nacieron de las sesiones de estudio de Clarividencia y del que presentaron la
titular, que sonó a clásico instantáneo en su tensa progresión e hipnosis, y la
agridulce “Cura de humildad”.
Con
respecto a su anterior aparición, varió algo el repertorio, pero no su propuesta de melodías embriagadas
torsionadas en equilibrado duelo bipolar de guitarras densas y oscuras frente a
las afiladas, tampoco su actitud escénica, más trascendental si acaso que en
ocasiones anteriores, con Leo muy metido
en la interpretación, interiorizando para sí unas canciones nada
condescendientes en las que predominó la introspección y el tempo lento en su
versión infecciosa, interactuando con ellas, sin necesidad de explicaciones.
Solo tres palabras salieron de su boca, y fueron las de despedida tras dos
horas de concierto… se agradecen, la contención oral y el tiempo de actuación.
Tampoco hizo concesiones al karaoke, el público coreó lo inevitable pero Leo no
se separó en ningún momento del micro, también se agradece.
Las
concesiones fueron en forma de repertorio antiguo, pero no como ejercicio de
nostalgia sino como ejemplo de perdurables y efectivas muescas del actual
imaginario sonoro de la banda “Ha sido divertido” sonó rejuvenecida, “Mil
espejos” más ralentizada si cabe y con arreglos de guitarra y voz diferentes
“Prometo hacerte daño” más motórica y la imperecedera “El hijo de Dios”…sonó a
grano y grasa sin perder su ascendente efecto narcótico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario