Dominan aquí las melodías en atemporales medios tiempos de corte añejo
entre la tradición del rock que siempre ha empapado la vega granadina y el
blues rock de raíz norteamericana: “Arrasando”,
“Malos pensamientos” o “De noche la verdad” destacando personales y
profundos mensajes en letras de alto nivel a la vez que juega entre arpegios eléctricos y acústicos
con el teclado en su forma más clásica compartiendo protagonismo en las
monumentales “Curados de espanto” o “De cuando había nacido”
Acertados contrapunto entre la elegancia del piano y órgano del siempre
eficiente Raúl Bernal que en este trabajo está más presente que nunca en las teclas
y que ha producido además el disco. No pierde la esencia de Lapido pero, le da
un barniz a las canciones que en el tramo final se sueltan con brillante y eléctrica
vocación de arrebatado pop: “Nadie en su sano juicio” o “Uno y lo contrario”
Es en solitario donde Lapido está aportando lo mejor de sí mismo, en una
carrera de largo recorrido, marcando su ritmo y reforzando su prestigio a a base de canciones mayúsculas… para saborear
al margen de estímulos rápidos o pasado, como demuestra además en sus sobrias y
emocionantes actuaciones en directo.
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