Significativo el título del tercer trabajo de la banda australiana, que
da pistas por donde se mueve en estos momentos, pues aparte de sus arrebataros
de rock sucio e incendiario -los dos minutos “Jerkin” suenan de inicio como un
sincopado torbellino punk-, se abre a sonidos en los que las guitarras sin
perder protagonismo, se adentran entre atmósferas noventeras no exentas de
ruido “Chewing Gun” o “Tiny Bikini”, pero también tiempos medios envolventes y
evocadores que pueden recordar a bandas como Breeders o incluso a Hole en sus
momentos más destemplados y menos acelerados, como ocurre en la melódica
cadencia de “Big Dreams” o “Balling On Me”
Amyl Taulor
junto a los esnifadores, absorben y asimilan influencias que se adentran en terrenos del hard-rock más
setentero más grasiento en las guitarras “Motorbike Song” y su pétrea batería o
“Pigs” y su punteo ‘heavy’, pero con la voz más clara y modulada que… en “U Should Not Be
Doing That” provoca
una curiosa atmósfera de discoteca retrofutruista, y no se
corta de tirar del punk festivo y bailable “Do It Do It” o hardcore ‘old
school’ en la brevísima “It’s Mine”. Han ganado en el sonido de guitarras y en
las voces y no han perdido garra y energía, y sobre todo, las canciones suenan
pegadizas y exultantes.
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