Dan
Bejer apareció en el anacrónico y encantador teatro, paseándose indolente y
desgarbado con la barba y descuidada, el pelo enmarañado y ropa despreocupada:
vaqueros amplios y camisa arrugada de andar por casa, con la mirada perdida y
ensimismado en sus canciones. Sin hablar apenas, pero no arisco, concentrado en
su pequeño espacio en el escenario, y ya fuera de pie o agachado se apoyó en el
micro y su soporte adaptado al nivel del suelo cual elegante bastón desde donde
se echaba unos tragos de un indefinido brebaje ¿whisky con agua? Una imagen muy
teatral que aportó un plus de atención aún mayor a las que sus embaucadoras
canciones provocaron en el atento público.
Lo hizo acompañado por seis
músicos, entre los cuales destacó la pequeña trompeta, imprescindible para
generar esas evocadoras y nostalgias atmosferas que definen como propio el arreglado
sonido del arista canadiense, pero también las dos guitarras que en su
distorsión y desbarre eléctrico acompañaba a la voz de protagonista cuándos
abandonaba el susurro y se dejaba llevar por los devaneos y latigazos que la
canción imponía.
Llegó para presentar su último
trabajo Dan’s Boogie (Merge 2025): la
cristalina y teatral «The Same Thing As Nothing At All» abrió la noche, y
concedió espacio a varáis nuevas canciones, pero picoteo en su extenso
repertorio, mostrando una colección de canciones vivas, moldeadas sin complejos
en nuevos matices e interpretaciones. Las tempraneras «Times Square» sonó
más difusa que perfilada y «Tinseltown Swimming in Blood» con dejé lourridiano
muy marcado, provocaron las primeras sonrisas de complicidad entre los
presentes.
En la onírica deconstrucción que
es «Bolgna», otra de las nuevas, apareció para cantar Eleanor Friedberger, la
mitad junto a su hermano de los reivindicables Fiery Furnaces, que había
actuado previamente como telonera acompañada solo por una acústica y un pequeño
sintetizador. Se quedo también en la siguiente «Hell» esta vez a dúo y
bajándose del escenario para situarse en primera fila y cantar de cara a la
banda.
Llegó
¡como no! la fría elegancia de «Kaputt» una de esas canciones que marca una
carrera, aunque Dan de estas tiene muchas, para canción tras canción enredarse
la algarabía ¿pop? de «Hydroplaning Off The Edge Of The World» que acabó alargado en alargada y
guitarrera ostia sonora enlazada con otra de las esperadas e icónicas «Suicide Demo For Kara Walker» que sonó
jazzera y progresiva… y ya en el bis, tras otra aparición de la Friedberger,
terminar de forma sublime con la ligereza lánguida de «Chinatown» para cerrar otra mágica noche de elegancia y ruido,
don de todo sonó donde tenía que sonar.
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