28 agosto 2024

Canela Party (24-8-24) Recinto Ferial de Torremolinos - SUPERCHUNK - THE LEMON TWIGS - HOME FRONT - TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO - CRACK CLOUD - CALA VENTO - SHEER MAG - IBIBO SOUND MACHINE - SNÖÖPÈR - SHOW ME THE BODY - PRISON AFFAIR - VVV ([Trippin’ you] - YAWNERS. Publicado en la web Rock & Roll Army

Superchunk. Foto: José Andrés Albertos
 
Llegó el esperado sábado, día del Pitote con sus divertidos y muy originales disfraces individuales y colectivos (vayan a la web y diviértanse un rato), no hubo por tanto camiseta de grupo predominante. Toda una fiesta que abrieron el día de más calor Yawners a los que, vestidos de Spiderman se les desafiaban las guitarras a cada poco. Los cuarenta grados no perdonaron ante un público ya numerosísimo y entusiasmado. Elena Nieto al frente del proyecto se contagio del ambiente elevandolo con su enérgico y vibrante guitarrero y sus conocidas canciones en castellano e inglés: «Suena Mejor», «'River Cuomo»... más alguna nueva. Un comienzo por todo lo alto... 
 
...que dio paso a Prison Affair. El trio catalán divirtió con su punk surrealista y arty en baja fidelidad. Las guitarras sonaron cortantes, el bajo desvencijado, la batería destartalada y la voz jugó con registros de todo tipo, para mantener un discurso más allá del mero entretenimiento. Recordaron a unos Devo pasados de rosca... ¿o fue sugestión del pintoresco paisanaje que iba y venía cual veraniego carnaval?
 
La acelerada fiesta surrealista continúo con la propuesta que más encajaba en ese momento la de Snööper que con una teatral y divertidísima puesta en escena de cachivaches gigantes como un semáforo o una calculadora, no pararon de moverse y saltar de un lado a otro, con Blair Tramer cual encendida colegial disfrutando de lo lindo con su inagotable energía y su chillona voz. Los de Nashville ofrecieron un excitante y vertiginoso concierto de punk arty y naif incendiario, lastrado por problemas técnicos al principio del espectáculo que frenaron su ímpetu inicial... y es que entre electrónicas varias y eléctricas guitarras llevaban un pifostio considerable.
 
Snööper. Foto: José Andrés Albertos 
 
Cala Vento se lo curraron para la ocasión, con una intro en clave formula 1 y ataviados cual pilotos de la roja escudería del “cavallino rampante”, com si de la esucdería Montgrí (su propio sello) se tratara lanzar a la media tarde su efervescentes y optimista vendaval de guitarras y melodía enérgica. ¡Como pudieron montar tanto ruido ellos dos solos! Se dieron una especie de respiro, no mucho con canciones "menos aceleradas" y desarrolladas del, último disco, como «No hay manera», para enseguida continuar  la fiesta con «Ferrari», «Equilibrio», «Del montón», la versión de Sr Chinarro e «Isla D
esierta», con las que propulsaron hasta el más allá  las excitadas almas festivaleras.
 
Con Home Front desde Ontario y al caer el sol, la cosa se puso más trascendente con el post punk de ritmo contundente y rotundo. A la oscuridad de si propuesta ochentera y british con Joy División como referente, añadieron luminosidad, aunque con la enérgica épica contemporánea añadida. Sencillos y directos brillaron principalmente en la voz y teclados... pero  según avanzaba la noche las guitarras tomaron el mando, con el pop hooligan como protagonista.
 
De noche The Lemon Twigs comenzaron su concierto con las  melodías más resultonas y festivas. Los neoyorquinos y aún jóvenes hermanos D'Alario engancharon a la primera con irresistibles estribillos coreables con el “na na na” por bandera, «My golden years o 'In my head», para poco a poco ir acercándose al pop soleado en «If You and I Are Not Wise» con los Byrds en el  horizonte y brillar con las melodías vocales y juegos corales, con la que contagiaron al público la alegre ilusión del tiempo pasado. Simpatiquísimos, esplendorosos y tan felices con su inquebrantable ánimo y dinamismo en el constante intercambioo de instrumentos. Hubo también momentos más edulcorados  «Any time of day», con los teclados comenzando a tener presencia y la voz en falsete, pero volvieron enseguida a la efervescencia guitarrera y coral «Ghost run free», y no olvidarse de sus queridos Beach Boys con la versión de «You're so good to me», y dejar al personal con la sonrisa en la boca.
 
The Lemon Twigs. Foto: Javier Rosa
 
Los veteranos Superchunk mantuvieron el espíritu de la eterna juventud con un concierto en el que no se dejaron un gramo de energía. El disfraz, como dijo su cantante y guitarrista Mac McCaughan, era el de una persona de los 90, y de eso se trató, de un viaje al tiempo en el que las guitarras enérgicas eran las protagonistas junto a las melodías arrolladoras de estribillo feroz. De inició «Driveway by Driveway» el único medio tiempo en toda la noche, que sonó además con una cadencia más acelerada... y es que el resto fue un no parar con la banda sonando como un ciclón, manteniendo el enérgico espíritu juvenil,  como en los viejos tiempos, con la sección rítmica apisonando y las guitarras rugiendo salvajes con ellos disfrutando como chavales. Había hueco en las primeras filas, con la gente entregadísima y creciéndose poco a poco con los temazos clásicos «The first part» y los más recientes «On The Floor», retroalimentando a la ya de por si motivadísima banda, en su frenético raca-raca eléctrico hasta estallar en éxtasis colectivo. ¡La peña enloqueció... de repente? para acabar en descerebrado paroxismo, con gente cayendo al suelo desde las alturas a las que multitud de brazos elevaba, ¡literal!.... y lógico si como hicieron terminaron la sesión con «Hyper Enough», «What a time to be alive», «Slack Motherfucker» y «Precision Auto»... los únicos que hicieron bis tras explosiva actuacion con el recinto "on fire". 
 
Después y ante una encendida muchedumbre, llegó el turno de Triangulo de Amor Bizarro cuya actuación, por festivo contexto y como se iba desarrollando la noche, fue mejor recibida cuando aparecieron sus clásicos arrolladores e instantáneos, que conectaron fácilmente con la gente y contagiaron su nervio eléctrico: «El fantasma de la transición»,  «El himno de la bala», «Baila Sumeria», «Barca quemada»... aunque las paradas en su repertorio más oscuro, retorcido y claustrofóbico también funcionó... a ratos, que en festivalero y veraniego directo se impuso el electrizante e irresistible guitarreo, como demostraron en su incandescente  final con «Vigilantes del espejo» y «De La monarquía a la criptocracia».
 
Triángulo de Amor Bizarro. Foto; Javier Rosa
 
La incendiaria inercia la aprovechó y relanzó Crack Cloud. El sexteto canadienses liderado por Zach Choy, batería y cantante adelantado en escenario en primer plano, ejerció como eficaz frontman, flanqueado por el saxo, el teclado y dos guitarras, para ofrecer una delirante y surrealista locura instrumental a lo Black Midi. Explosivos y  circenses, lo mismo tiraban de free jazz marciano que del Sandinista de los Clash pasado de revoluciones, en orgiástica y tribal batalla percusiva. Disonantes,  discordantes y rotundamente rítmicos con cambios de ritmo rayando la neurastenia... en alucinare despliegue sónico que preparó el despegue aéreo hacia la madrugada...
 
 ...con posterior escala en tierra a los mandos de Sheer Mag. Con los de Filadelfia llegó la propuesta más netamente rockera, destacando su cantante Tina Halladay, con una voz, nada virtuosa, pero, eficaz en su rudo y desgarrado timbre. Demostraron su versatilidad a base de funki soul negroide de tinte sureño y hard rock setentero  con garage añejo. Sin ser una banda clasificable en ninguno de los géneros citados... conseguían soñar tanto a Thin Lizzy como de seguido a Michel Jackson, 
 
Ibibio Sound Machine. Foto: Javeir Rosa
 
Con Ibibio Sound Machines volvió el baile. La megabanda londinense liderada a la voz por la dinámica e hiperactiva Eno Williams brilló con desbordante propuesta afro-funk bailable y colorido, que indujo al publico mas animoso a bailar y a los curiosos a moverse e intentarlo al menos. Su fosforescente actuación no exenta de guitarreo y vitalista electrónica fluyó entre la exuberancia del sonido ‘embalax’ más moderno y el ritmo repetitivo de la tradición tribal en su versión más bailable, la que popularizada Salif Keita. Efervescentes y comunicativos, incluso en castellano, para mucho fue un ideal fin de fiesta...
 
...pues a continuación, ya en las profundidades de la noche, sólo hubo espacio para los sonidos más crudos, radicales y menos accesibles. Primero con el trió neoyorquino Show me the body, que atizaron sin contemplaciones a base de hardcore extremo embarrado de sintetizadores y banjo distorsionado, con regusto industrial  punkarra... para después, morir matando como se repite en el estribillo de KLF, una de las hirientes proclamas del trió de Móstoles VVV [Trippin’ you] que hicieron temblar los cimientos del recinto con una aplastante batería y sintetizadores techno-industriales. Hip Hop electrónico y radical de letras desesperadas repetidas en bucle como tremebundo "pitote" final.

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