
En el medio, Ornamento y Delito ofrecieron un concierto en que tiraron por el lado salvaje... el del ruido. Basaron su repertorio tanto en sus canciones más guitarreras y distorsionadas como de las que tiran de los sintetizadores más saturados, olvidándose de los sonidos más densos y oscuros, salvo en "Siamés" o de los teclados más amables, salvo en "Radio". Una maraña de capas de sonido apabullante que sonó con desigual fortuna para un repertorio a tiro fijo en el que no faltaron ya clásicos como "Bono es Dios", "Carnaval armado", "Madrid" o "La policía". No les fue fácil concretar en tan poco tiempo y espacio su amplitud sonora.
Alborotador Gomasio, como anfitriones, cerraron la noche con un derroche de energía acorde a la juventud de los miembros de la banda. Directos y sin romper la dinámica sónica por la que transitaba la fiesta, se expresaron pletóricos de ruido, bastante más que lo que ofrecen en disco. Se ganó en visceralidad aunque se perdieron matices, aún así mostraron su versatilidad, pues tanto se acercaron al pop ochentero de guitarras limpias en plan Secretos, como se acercaban al punk rock noventero más efervescente en plan Airbag. Supieron además sacar provecho a los diferentes tonos de voz de sus cantantes... lástima que parecieran estar más pendientes de la fiesta que tenían sus amigos-seguidores que de concentrarse en su actuación... se malograron algunas canciones y se perdió ritmo de actuación. Demasiada camaradería estéril con el público entre canción y canción.
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