Comienza de forma directa con dos clásicos: "La cafetera" y "Sucedáneos", dos canciones que reflejan las distintas sonoridades por las que se mueve el de Cabrils.
La primera, un ritmo que se despereza y va creciendo hasta el final, que se presenta repentino, justo cuando estás esperando un estribillo definitivo. La acústica y la voz son protagonistas, junto a como no... esas letras cotidianas y cercanas que todos hemos vivido y no hemos sabido explicar. La segunda un autentico himno pop en que la guitarra eléctrica y los arreglos tienen esta vez el protagonismo. En cuanto a letras.... a lo ya dicho se le une ironía y un peculiar brillo surrelista.
En "La siesta" convergen ambos mundos... para regocijo de algunos nuevos conversos para los que las canciones que no finalizan como mandan los cánones no les dejan del todo satisfecho. Para los seguidores expertos esa es precisamente la brillantez de sus composiciones ¡ me adhiero !
Hábilmente, se intercalaron introducciones breves. Comentarios con los que parecía justificar algunas canciones, explicando que las componía en unas circunstancia concretas pero luego... se iba a recoger a sus niñas al "cole" y ahí quedadan. No hacía falta que lo hiciera pero si sirvió para entender alguna de esas canciones breves, apenas pinceladas.
Emoción familiar en el "El cau del pescador" muy vivida por las primeras filas, no ajenas a los guiños personales de la misma. No faltó casi ninguna de las canciones que conformaron su primer disco "A propósito de Garfunkel": "Hoy estreno", "Tu Garfunkel", "Hundir la flota", las ya comentadas, .... sonaron en directo bastante más arropadas y en consonancia con canciones como "Variable" o "Estupendamente" de su segundo "La dimensión desconocida". ¿Sería porque no estuvo con Ramón esta noche la banda habitual? (Ricky Falkner y Ricky Lavado, ambos de Standsitll). Lo que no faltaron fueron las versiones de sus amigos de Nueva Vulcano, en este caso "Mano izquierda".
Un concierto cercano, con una Ramón amigable hasta para atreverse con algún chiste, sencillez y un curioso público, de variopinta generación, cómplice (muchos se sabían las letras) en unas canciones para todas las edades.
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