Sonidos urbanos, no en el sentido
con que se utiliza en la actualidad el término, sino en el inspirado en las
callejeras historias de otro neoyorkino ilustre como es Lou Reed cuya sombra planea sobre canciones
como la cadencia trotona de ‘Rhododendron’
que es el nombre que también recibe la azalea coescrita junto a Jim James de
The Morning Jacket o en el denso y hermosos ‘Nightqueen’ que se despereza entre leves teclados y vientos entre los que
emerge la voz de Alynda.
Dentro de personal estilo,
la propia artista define sus actuales canciones como 'nature-punk' ya que las canciones giran en torno a los
desastres naturales a los que la Tierra nos somete en este mundo postpandémico
como en la fragilidad íntima de la canción que da título al disco. Aunque también habla sobre
la soledad y el sufrimiento fruto de su constante peregrinaje ‘Pierced arrows’
donde sintetizadores y ritmos tribales dan paso a un rock colorido y bailable o
‘Pointed at the sun’ que se inicia
entre susurros de plegaria para rápidamente estallar de forma épica y acabar en
contenido himno redentor.
Comprometida con las causas sociales… y
humanas Alynda llena al oyente de emoción con una de las canciones más
palpitantes ‘Saga’ trepidante en
ritmos y luminoso en coros, bongos y vientos en la que se cuenta la historia de una abuso sexual no reconocido
por la justicia en el que el hombre blanco una vez más tiene el poder para
compra la verdad. También en ‘Precious cargo’ donde en críptico recitado iluminado por tenues arreglos atmosféricos, cuenta
la historia de un hombre que fue detenido en un control de inmigración. Un
disco adictivo… un gran disco.
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