Película que nara en la California de los años
70’ la relación de un chico de quince años Gary interpretado por
Cooper Hoffman (hijo del ya desaparecido actor Philip Seymour Hoffman) y
una joven veinteañera Alana interpretada por Alana Haim (miembro del grupo de
pop-rock Haim, banda a quien el director grabó algunos videos). Una relación
ambigua ente la amistad y el amor que la hace la historia interesante, sobre
todo por el trabajo interpretativo de ambos personajes que curiosamente se
estrenan en la pantalla grande.
Engancha
en su inicio además por los personajes, por la forma de narrar la historia:
directa y sin flasback con planos secuencias y primerísimos planos que
consiguen mete al espectador en la escena y en la trama, una luz y un color
atrayente y cálido, además de una banda sonora infalible en el contexto de la
costa oeste norteamericana de inicios de los 70’. Anderson atrapa en una primiera
media hora con estos ingredientes, pues maneja perfectamente el lenguaje
técnico al servicio de su estilo, pero…
…según
avanza el metraje, las diferentes tramas y episodios: un negocio de camas de
agua, otro de maquinas de pimball o la campaña electoral de un candidato a
alcalde de la ciudad se suceden atropelladamente, sin que la relación entre
ambos personajes vaya hacía ningún lado, mostrando la cinta más interés por
hechos tangenciales que por la relación de los personajes en sí. Se
extiende el metraje además en situaciones estrambóticas e intrascendentales
para la historia, puede que divertidas... o no del todo, pero como mera
anécdota: Sean Penn y Tom Waits aparecen histriónicos en una sobrada escena
simplemente para lucimiento personal.
Tampoco
aporta mucho el contexto político social del momento. La crisis del petróleo de
1973, aunque bien documentado y con imagines reales valorables, parece más una
excusa para justificar las gamberras situaciones vividas por la pareja, que
para aportar luz a la relación de ambos, perdiéndose en el género de aventuras que
no parece venir mucho a cuento en esta historia.
La cinta se recrea tanto en si misma que parece estar rodada con retales de muchas otras películas de adolescentes como American Pie o la reconocida por su director como influencia American Graffity y se extiende hasta llegar incluso llegar a aburrir en algún momento. Oportunidad perdida la de esta aclamada película.
La cinta se recrea tanto en si misma que parece estar rodada con retales de muchas otras películas de adolescentes como American Pie o la reconocida por su director como influencia American Graffity y se extiende hasta llegar incluso llegar a aburrir en algún momento. Oportunidad perdida la de esta aclamada película.
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