Con la ventaja que nos da el tiempo, hace meses que apareció este disco, y conteniendo en lo posible la algarabía que los lanzamientos de esta banda provocan en cuanto salen a la calle, nos detenemos ante la auténtica prueba de fuego que es este tercer disco de los toledanos.
Vaya por delante que no comulgo con la casi unánime prensa musical en el encumbramiento de su anterior disco "Little heart attacks", un ejercicio de estilo "revival" de irreprochable ejecución técnica, sin mácula pero un tanto plana, sin alma ni emoción, salvo excepciones "Often" es una ellas. El éxito de la ultrarradiada hasta el hartazgo "Oh my mind" parece más forzado por la necesidad de buscar "hits" patrios instantáneos a imagen del modelo británico (en la peligrosa línea por exceso de uso, de canciones como "Que no" de Deluxe), que por la intensidad de la misma. Además "Tears & Years", la más emocionante del disco, tiene un más que sospechoso parecido a "Dead flowers" de los Stones.
En este nuevo disco... ¡ todo lo dicho hasta ahora cambia ! En "Tiny telephone" podemos hablar de buen pop con influencias más que de "revival", se imponen las canciones más que el sonido final. Estribillos sencillos y melodías escuetas en las que los arreglos no son añadidos sino que forman parte de la estructura de la canción. Será por esto último por lo que este disco ¡ esta vez si ! es pura emoción. Sin perder la claridad de sonido que les caracteriza, las canciones se llenan de intensidad y sobre todo de frescura aun en sus momentos más trascendentes. ¿Será que lo han grabado en San Francisco en los estudios que dan nombre al disco...?¿Será qué se masterizó en Nashville...?
Abre la sorprendente, por lo inusual de su estructura, "Raimbows of colours" donde los arreglos de cuerda y la voz van tensando la canción en una progresiva huida hacia el estallido eléctrico final, que se va repitiendo hasta la máxima intensidad, en la línea a lo que Wilco nos ha ido acostumbrando. Despúes "She es un medio tiempo en el que también las guitarras eléctricas respiran y emocionan. En "Do it" las guitarras se desatan saltarinas, es su canción más directa, rabiosa pero contenida. "Paranoid" muestra una doble influencia, juega al despiste con una melodía "biteliana" muy limpia que se transforma hacia el final en un tortuoso viaje psicodélico sobre un teclado muy "Doors". "Little chat" resume a la perfección lo dicho hasta ahora sobre el disco, simplemente excepcional. “Day in the day out” recupera la alegría y el desparpajo de los "Kinks" y en "Better if I" hasta se atreven a ensuciar las guitarras dando rienda suelta a unos riffs cortantes un tanto macarras.
Diez canciones que superan la prueba con nota, "lp" sin relleno. En este excelente disco, no sobra ni un segundo de emoción.
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