Por fechas, lo lógico hubiera sido que los Brooklin se hubieran presentado en alguno de los múltiples festivales que pueblan la geografía musical veraniega. Por suerte no fue así y pudimos concentrarnos en ellos sin distracción, lastima que el horario y duración si fueran de festival, prono y corto aunque salvado por unos "bises" en los que destacó el intenso final que supuso "Staring at the sun"
Hasta entonces, momentos álgidos en los que el muro de sonido se mezclaba con percusiones tribales y tintes negroides, también las guitarras progresivas se hacían presentes, "Wolf like me"o "I was a lover" que fueron de lo mejor. Otros momentos un tanto más dispersos, con atmósferas que se dispersaban por la sala sin rumbo fijo., solventadas por la aparición de la coreada "Playhouses" un himno guitarreo cercano al mundo de lo terrenal, directa y sin concesiones, aunque no es su habitual apuesta, funciona. El sonido no permitió muchos matices, no se oían "samples" y algunas guitarras así que a base de arrebatos de crudeza consiguieron llegar a la gente.
Bien las guitarras, sobre todo la de David Sitek, arrebatadora y sucia, con mucho más peso que la de su compañero Kyp Malone ¡¡vaya pintas micolor oiga!! más preocupado en secundar en tareas de "frontman" a un Tunde Adebimpe muy metido en su papel de líder, sus gestos y mensajes eran bien recibidos.
En definitiva, dentro de la vorágine festivalera hubieran sido uno más, pero con ellos como protagonistas únicos, demostraron estar a la altura, de su propuesta que no es fácil. En algunos momentos salen adelante brillantemente aunque en otros, los menos, se pierden en la oscuridad.
Teloneó El Perro del Mar. Así se hace llamar la sueca Sarah, que nos ofreció su propuesta melodiosa e intimista como antagónico complemento al temporal ruidista posterior.
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