La artista de Tennessee presentó sus nuevas composiciones en formato banda,
el mismo con el que alcanzó tantos buenos momentos en su último disco
Little Oblivions, disco en el que muestra sus que, salvo una canción,
tocó al completo. Se presenta en escena concentrada, pero a la vez un tanto
despistada buscando su lugar y su guitarra, con una apariencia frágil, en
contraste con el desgarro en la voz, con el que desde los primeros
acordes de ‘Hardline’, imprimió a sus canciones. Arrebatos vocales
perfectamente marcados por los golpes de batería en su continuación ‘Bloodshot’
y en las trascendentes ‘Highlight Real ’, ‘Heatwade’ o ‘Ringside’ que
alternó con emocionantes instantáneas de templada cadencia en ‘Relative
Fiction’ o ‘Red Door’.
Hacia la mitad del concierto la banda se retira del escenario y Julien se
queda sola con su guitarra para recuperar antiguas composiciones como 'Sprained Ankle' y otras de menor vida como 'Even'.
El set en solitario no funcionó, y no porque en un momento dado se quedara en
blanco con la letra de la canción correspondiente, de hecho la anécdota provocó
uno de los escasos instantes de hilaridad al ser un seguidor de la primera fila
quien buscara la letra en su móvil, sino porque no logró emocionar
a pesar de disponer de la necesaria intimidad proporcionada por el hierático y
solmene público. Tampoco ayudo la frialdad de la sala y ni siquiera cuando
cambio la guitarra por el teclado para interpretar la cautivadora ‘Song
in E’ consiguió transmitir sensaciones que, hasta entonces si habían
sobrevolado sobre la sala.
Con la banda de nuevo en su lugar y ‘Faith Heler’ como apuesta ganadora,
Julien más afianzada, se encontró de nuevo, recuperó el ritmo y el nervio
necesario con el que continuar entre tormentosos desgarros sonoros de teclados
épicos y baterías guiando el aparente caos. Fue en este tramo final donde no se
guardó nada para derrochar sobrecogedora pasión entre el ruido y la
distorsión, arropada entre la explosión celeste de ‘Tokio’, la tensión desborda
de ‘Repeat’ y el estallido épico en enérgico big-bang de ‘Sour Breath’ y
‘Appointments’ para cerrar respirando de nuevo con ‘Ziptie’. Julien mostró su
alma desde el caos colectivo con más fuerza que desde la intimidad individual.
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