18 agosto 2018

PABLO UND DESTRUKTION (13-8-18) Plaza Mayor - Gijón

Pablo presentó su último disco 'Predación'  en una tibia tarde-noche de agosto en su ciudad, Gijón ante un público variopinto entre los que se distinguían claramente los  seguidores de su obra y los que... pasaban un rato de Semana Grande al abrigo de su Plaza Mayor.

Tanto a unos como a otros, nos embaucó con las fantástica y descarnadas historias entre la realidad y la ficción, no solo con sus canciones, sino con sus propios recuerdos infantiles acontecidos no lejos del lugar en el que nos encontrábamos, y que nos iba contando entre canción y canción. Sedujo con su voz, entre el recitado susurrante y la agitación tomentosa, acompañado en esta ocasión por la base rítmica de Peralta, Dr. Explosion y últimamente de los norteamericanos The Cynics cuando giran por España, esto es Pibli en la batería y Ángel Kaplan al bajo. El cuarteto lo completó Pablo Bejarano, apoyando con su guitarra en todo lo que fuera necearía... como si había que tocar la acústica con el arco de un violín como así hizo.

Comenzó con su nuevo disco en "Preludio corintio" que introdujo directamente a "Crudo y ligero" estremecedora historia que interpretó hasta el extremo tanto en los silencios como en los aullidos, una canción que se sitúa a la altura de sus clásicos atemporales y que sonó en la mejor tradición de los crooners infecciosos menos ortodoxos como Javier Corcobado. Tras una larga y embelesadora introducción se lanzó con la épica tenebrosa de "Mis animales" para seguir buceando en su discografía con "Extranjera" con la que renueva la tradición folk asturiana en la líneas de su amigo Nacho Vegas y sus canciones que profundizan en la trova local, y la conocida "Pierde los dientes España" un canto racial sarcástico y costumbrista al terruño nacional.

Retomó las nuevas canciones con "El mejor traje de seda" enérgica épica pop de guitarras y esa especie de romance antiguo que es "A la mar fui a por naranjas". "Powder" y "Busero español" sonaron entre la melancolía pop y el tenebrismo radical, para terminar con la furia instrumental a voz en grito de "El enemigo está dentro" y "A veces la vida es hermosa" con el brillo de las guitarras  y cacharrerías varias elevando los espíritus de los predispuestos y agradecidos paisanos.






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