15 noviembre 2023

LARKIN POE / THE SHEEPDOGS (8-11-23) La Riviera (Madrid). Publicado en la web Rock and Roll Army.

Foto: Joe Herrero
La tempranera hora a la que se anunció el inicio de la actuación de la banda liderada por Ewan Currie, hacía presagiar un cartel doble más que una actuación con telonero. Ilusorio razonamiento y el gozó en un pozo de los  muchos aficionados que se apuntaron al evento más por el reclamo de los “perros pastores” que por el de las aclamadas hermanas. Cuarenta minuto de reloj suizo por tanto, para que los canadienses ofrecieran un apañado repertorio de canciones repartidas por su discografía, para agitar a base de rock sureño, hard-blues y boogie-rock con ramalazos progresivos y alguno que otro psicodélico… a un público deseoso de fiesta. 
 
Engrasadísimos como banda, sus pavoneos instrumentales y duelos de guitarra se festejaron tanto fuera, como dentro del escenario. Divertimento a raudales concentrado a borbotones, aunque sin llegar al desparrame… que parte del público reclamaba. No era esta la noche para ello, aún así el final con “Scarborough Street Fight” y “Nobody” con el bueno de Samus Currie dando un paso al frente del escenario, hizo recordar su reciente visita al veraniego Huercasa de hace cuatro meses en el que sí que se despacharon a gusto. Esta vez fue un buen concierto a medias que acabó cuando empezaba a calentarse.
 
Foto: Joe Herrero
Las hermanas Lowell, junto a su baterista y bajista, aparecieron totalmente de blanco, para comenzar aceleradísimas,  con la guitarra de Rebecca sonando electrizante y el lap-steel de Megan echando chispas… sin parar de moverse por el escenario, acercándose y alejándose  mientras atacaban “Strike Gold” y “Kick the Blues“ dos recientes canciones que aparecen en su último disco Blood Harmoy (Tricki-Woo 2022) que sonó casi al completo y con más garra aún que en su versión estudio. Lo mismo que “Gerogia off my Mid” que prestaron comentado sus andanzas entre la citada ciudad natal y su posterior residencia en Tennesse y que se alzó álgida y ruidosa como gran momento de la noche. 
 
Otro buen momento fue cuando bajaron revoluciones con un blusazo pantanoso “Prechim Blues” una irreconocible versión de Son House que arrimaron -lo más posible que se deja el primitivo lamento- a su terreno, que no es otro que el sonido de raíz en su versión contemporánea, el popularizado por los Black Keys como se comprobó en las siguientes “She’s Self Made Man” y “Blue Ride Mountain”.
 
Las revoluciones llegaron al punto de ralentí con un set acústico de tres canciones que el cuarteto interpretó arremolinado alrededor de un micro vintage poco amplificado, con Tarka Layman al contrabajo y Ben Satterlee con las escobillas sobre una única caja. Pidieron máximo silencio, que… teniendo en cuenta las características de la sala, se respeto más que menos, para tocar bluegrass dijeron, aunque más bien se movieron por las sendas del country-folk, recordando a su banda de adolescencia The Lovell Sisters, en el que actuaban con su hermana Jessica. Controvertido momentos, pues no fueron pocos los que desconectaron, comentando que no era eso lo que veían a ver, aunque la mayoría sí que apreció el cambio de tercio.
 
Foto: Joe Herrero
El que esto escribe tira por la del medio: emocionantísima “Might as well be me”, no tano la siguiente “Southern Comfort” tras un extensísimo speech un tanto pueril y cansino sobre el amor que se tienen las hermanas y las s excelencias del blues, y una intrascendente “Crocodile rock” coreable versión de Elton John que sonó más de cara a la galería…  que como sentido homenaje al pianista británico. Se extendió demasiado el set, aunque eso sí, la voz de Rebecca sonó magistral en estas canciones.
 
Completaron los reglamentarios noventa minutos al grito de fiesta, alternando revoluciones, sin llegar a las iníciales y con la sensación de haber visto ya todo lo que podrían ofrecer... que no fue poco Hubo de todo y para todos, pero no en la dosis que cada uno requería, sino en las que ellas querían suministrar. ¡Como debe de ser! 
 

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