13 agosto 2021

La mujer que escapó - HONG SANG-SOO (Jeonwonsa Film)

En su vigesimocuarta película (una por años desde 1996) el prolífico director surcoreano persevera en el inconfundible estilo que marca su obra: minimalismo extremo con atención máxima a los detalles, escenarios interiores sencillos, conversaciones pausadas y uso de cámara estática y planos fijos con zoom acercándose o alejándose de las personas en busca de gestos…  para mostrar tácitamente el mundo de los hombres visto por las mujeres, pues aunque estas son las protagonistas absolutas de las tres historias que forman este tríptico, subyace en ellas la incomprensión y el incomodo ante la presencia y actuaciones masculinas. 

Juega ambiguamente con título, pues Gam-hee, interpretada por Kim Min-hee, pareja en la vida real y protagonista de las últimas películas del director, aprovecha el viaje de trabajo de su marido para visitar viejas amigas a las que hace tiempo que no ve. Sobre su relación, cuenta repetitivamente  que en cinco años juntos no se habían separado ni un solo día hasta ese momento, aportando las explicaciones de su pareja a ese hecho… pero no las suyas, lo que denota un velado inconformismo.  
 
A partir de ahí, la narración se estructura en tres cortos episodios en el interior de irrelevantes casas en las impersonales afueras de un apenas reconocible Seúl. En torno a la comida y la bebida, las mujeres… más que hablar, susurran sin eludir los silencios, hechos cotidianos triviales que en principio parecen triviales pero que de forma natural se van volviendo trascendentales… sin perder el tono neutro, aunque los sutilísimos gestos sugieran un desencanto que se torna explícito con la aparición de las escasas apariciones masculinas.
 
Hombres sin cara, escasamente perfilados, de espaldas o de presencia ausente que rompen la armonía de las confidencias, pero no en una confrontación directa que solo parece que va estallar (aunque no lo hace) ante las insistentes y vergonzosas suplicas de uno de ellos para ser tenido en consideración por una ellas (¡que paciencia!), sino en el mismo tono pausado en el que fluyen las conversaciones en torno a la mesa como refleja la maravillosa  escena en el que un vecino las interpela a solucionar el problema de los gatos callejeros, en un diálogo magistral en el que las tormentas interiores son aplacadas al exterior por la utilización de un templado discurso. 
 
Distendido y breve visionado para profundizar ¿plácidamente? en el interior de las mujeres y por qué no… de los hombres.
 

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