¡ Pero bueno, que pasa con Madrid ! En la primera visita de las muñecas neoyorkinas a la ciudad y no hubo reventón de público. Por menos esta misma sala ha presentado auténticos llenazos con los palcos a rebosar y sin espacios para los bajitos. No fue este el caso, donde sólo la platea estaba ocupada y cualquiera pudo encontrar su hueco. Sólo buena entrada. Se esperaba más. En fin por lo menos pudimos disfrutar cómodamente una sala que, cuando se desborda, nos impone sus trabas arquitectónicas. Cosas de teatros reconvertidos.
Aparecieron con una imagen de elegante bohemia: chalecos, chaquetas y camisas de satén (atrás quedaron los excesos de estética glamurosa), para empezar fuerte s con un clásico "Looking for a kiss" bien predispuestos y con ganas. David Johansen en forma, se nota que se lo esta tomando en serio y se esfuerza por (aunque la edad no perdona) mostrarnos un limitado aunque valorable repertorio de gestos y movimientos. Mejor aun con la voz, cuanto más gastada mejor suena en las canciones antiguas.
Después, malos momentos por falta de sonido, Sylvan Sylvain (auténtico artífice del sonido actual del grupo) se esforzaba hasta la exasperación por hacer sonar los punteos que caracterizan a la banda, cuando lo conseguía se acoplaba al micro, por lo que durante un rato demasiado largo, el muro de guitarras se quedo huérfano de brillo. A pesar de eso Sylvain, entusiasta ante la adversidad, tiro de carisma y siguió "palante" esforzándose en coros y riffs más audibles. Por instantes logró que olvidáramos su guitarra haciendo alusiones y señalando a Johansen que también tuvo ahí sus buenos momentos con la armónica.
Pero el sonido mejoró al fin, y las benditas cuerdas de Sylvain sonaron punzantes y estridentes, ¡ como tenían que sonar ! para ofrecernos todo un repertorio de sonidos que iban desde el rock años 50' del que beben desde sus inicios y con el que más engancharon con el público, hasta punk ramoniano pasando por rock stoniano. Entre medias una inesperada "Piede of my heart" de Janis Joplin. No falto además el recordatorio a los viejos compañeros despareceidos, muy especialmente a Johnny Thunders al que dedicaron una canción.
Para finalizar, y cuando mejor estaba sondando todo, vinieron los grandes momentos, "Trash" y "Personalityt crisis" se celebraron con rabia, hasta entonces el público, que estuvo en exceso correcto, se entregó, y así lo agradeció Johansen que, con parte de la vestimenta ya quitada, empezó a tiran manojos de claveles al público.
Un concierto de menos a más, con los altibajos señalados y con un regusto agridulce pues cuando mejor funcionaba todo, es cuando acabó la actuación, también, aun cuando las nueves canciones no desentonaron del todo (sobre todo la divertida "Dance like a monkey") se echaron en falta muchas de las míticas canciones con las que se les recuerda.
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