Se encuentra cómodo el californiano en su estancia
madrileña. Es la cuarta vez en ocho años que visita el entrañable teatro de la
Corredera Baja, y aunque en esta ocasión no se llenó, la magia volvió a hacer
acto de presencia entre los vetustos palcos y platea. Una austera puesta en
escena con el escenario acotado por telones negros y la sobria, pero cercana
presencia de Cass, sumado al excelente sonido, propició de nuevo el ambiente
ideal en el que presentar las canciones de su nuevo disco ‘Heartmind’ que defendió
en cinco de sus ocho canciones.
En esta ocasión se presentó en formato reducido a trío
y prescindiendo de teclados y arreglos, aún así bien arropado por la batería en
su doble función de percusión, logró mecer en sus butacas al respetable con sinuosa
elegancia, pero también zarandear al mismo con la repetitiva y electrizante
energía generada por su inseparable Telecaster.
Tras un comienzo de titubeante intimidad con «Robin
egg blu» comienzan ligeramente a moverse los pies que se cruzan sobre la pierna
de apoyo del público en sus asientos… que en «Karaoke» una de las más animadas
del disco a presentar, se aceleraron unidos a ligeros golpes de dedos sobre los
brazos de las butacas. A pies y mano se unieron ligeros movientes de cadera en
lucha por desembarazarse del encorsetamiento del asiento… con la aplaudida
presencia de «Big wheel» que fue creciendo hasta estallar en la primera
tormenta guitarrea de la noche...
…pero los cuerpos recuperaron su sereno asiento cuando
McCombs miró al pasado y rescató de su primer disco «Bobby king of boys town» que sonó muy playera como luego lo
haría «Brighter!». Ligeros giros con los que seguir persuadiendo. Enlazó
después tres canciones seguidas que también aportaron solidez al repertorio con
la energía pop de «New earth» para volver a tentar los resortes corporales. En
el tramo final la infalible «Bum bum bum» que volvió a sonar hipnótica, para
finalizar intrigante con «Sleeping volcanoes» y ya en el bis con la tensión
agridulce de «That’s that». Otra grata de visita para estar por casa… con
guitarra y zapatillas. Hasta luego Cass
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