Programa
doble con las guitarras y los sonidos más añejos como protagonistas que
abrieron DeWolff. El trío neerlandés
se mostró muy versátil recorriendo los variados
estilos que el citado sonido
engloba. Hubo Rock setentero, psicodelia eléctrica o soul bailable… con dos
coristas bien dosificadas en sus funciones. Todo ello ejecutado con desparpajo
con un Pablo
van de Poel que repartió
júbilo desde el escenario con su guitarra, movimientos y sus “motherfuckers”.
No dieron respiro, si acaso en la purpeliana “Out on the Town” con el Hamond de
Luka Van de Poel como protagonista, o en
los primeros minutos de “Snowbird” extenso desarrollo a lo Santana que culminó
en delirio instrumental de teclados y la batería de Robin Piso brillando. Canciones
de su último trabajo Muscle Shoals (Mascot
2024) que abarcó la mayor parte del repertorio de la candente (dentro y fuera)
tarde-noche en el Botánico. En apariencia retro,
las pintas y puerta en escena no indican lo contrario, ofrecieron un concierto
en el que los amplios márgenes de rock sonaron bailables… ¡y divertidos! Pero
sin perderé la esencia como se pudo apreciar en “Rosita” canción que se alargó
hasta los veintidós minutos con su carismático líder entre el público y la
banda en febril jam instrumental.
De noche Marcus King se marcó dos horas de orgía
guitarrera en la que no faltó country rock, blues grasiento, soul denso y algo
de honky tonk. El treintañero de North Carolina se explayó sin límite en duelos
de guitarra a dúo con Drew Smithers, o el mismo y su variado despliegue de
eléctrica y acústicas, que cambiaba incluso en la misma canción y es que fue
una constante que iniciara las melodías
a fuego lento para acabar estallando en algarabía de punteos eléctricos. La
base de teclados funcionó como mediador en dichos despliegues guitarreros,
estructuras que se repitieron a lo largo del concierto y que en bastantes momento
dejaban sensación de déjà vu. Entre festivas melodías se colaron
algunas lentas que dispersaron un poco la atención, pero la vuelta al
desenfreno consiguió poner de nuevo al público en órbita. Presentó además algunas canciones de su próximo
trabajo: medios tiempos de ligero aire country con la acústica y la slide para acabar un bis
largo con “Ramblin’ Man” de los Allman Brother a los que de forma más o menos
explícita rindió pleitesía durante toda una noche… de homenaje además a las
guitarras rockeras.
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