El incomparable marco natural y sonoro del cómodo recinto de la madrileña
Ciudad Universitaria (un oasis urbano frente
a las calurosas noches de verano capitalinas), amplificó la magnitud emocional que
ya de por si transmiten las canciones de la menuda artista británica.
Acompañada por una banda de siete músicos donde no faltaron violines, saxos,
teclados y una amplia gama de percusiones varias, ofrecieron una actuación para
recordar, a la altura de hitos cercanos en el mismo recinto como PJ Harvey el
pasado año o Imelda May hace ya dos.
Con su aún reciente último trabajo Lives
Outgrown (Domino 2024) como
protagonista, interpretado íntegramente
y en un orden más o menos parecido, la ex Portishead conmovió con un
cancionero que sonó trascendente y a la vez cercano con su voz, unas veces
frágil, otras (la mayoría de ellas) decidida, envolvió las canciones bajo un
aura folk en su versión más inquietante, en las iníciales «Tell me how you are
today» y «Brudem of Life», pero también tenebrosa y tribal en «Floating on a Moment» y «Rewind» con las
percusiones multiplicándose y los arreglos de cuerda retorciéndose. Momentos de
liturgia sonora con los músicos concentrados en sus milimétricos arreglos y
Beth sin concesiones más allá de sus personales historias, y es que no fue
hasta bien entrada la noche, tras «Misteryes» recuperada de su disco conjunto
con el Talk Talk Rustin Man Out of Season
(Go Beat! 2002) del que también recuperó «Torn the Model», cuando de su boca
salieron las primeras palabras para presentarse y agradecer presencia… ¡se hizo
mortal!
La conmoción sonora se diluyó brevemente en las
siguientes dos o tres canciones, no por perdida de intensidad y emoción, sino
como antídoto natural aplicado como anestesia ante la embaucadora pócima
instrumental que emanaba del escenario… hasta que la trepidante y atávica «Beyond the Sun» y el
lirismo de «Whisperin Love» desataron de nuevos los espíritus, para retirarse con graciosos gestos de Beth
que evidenciaban inminente regreso a escena. Así fue volvieron enseguida con las
esperadas aportaciones de su seminal banda de origen Portishead. Primero «Rots»
ante un ensordecedor y reverencial silencio, uno de esos momentos mágicos que de
vez en cuando se producen en este veraniego ciclo, y después con una bipolar
versión tormentosa y desnuda de «Glory Box» para terminar reivindicando su
presente desatando de nuevo la pulsión ancestral con «Reching Out», en una
noche para el recuerdo.
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