Nueva visita de de los de Chicago, que han hecho de estas latitudes su hábitat natural, y es que entre los asistentes con pedigrí la pregunta recurrente era cuantas veces lo habían visto en directo, dando como resultado una media de entre cuatro y cinco, y es que a Wilco, como a Azkena... ¡se va y punto! No importa que su discografía reciente, salvo la resurrección que supuso Cruel Country hace tres años, no esté a la altura del difícilmente superable listón situado por ellos mismos. No importa el repertorio, lo manejan con maestría entre clásicos imperecederos “Jesus etc.” con otros recuperados “I Got You”, junto a canciones menos trascendentes en estudios que… ¡en directo crecen! “Evicted”, “If I Ever Was A Child”, “Whole Love” o “Quiet Amplifier” no las cantaba el público, pero sonaron enormes. No importa si tiran de catalogo country acústico y templado “Falling Apart” o de eléctrica distorsión experimental “Spiders”, porque consiguen que todas las canciones encajen y suenen actuales. No importa que aún teniendo discos sobresalientes, se agarren a uno de notable Sky Blue Sky del que sorprendieron tocando cinco canciones. No importa que te sepas todos sus giros instrumentales porque te la van a liar con arreglos inesperados (esta noche más nunca). No importa si el volumen en el amplio y cómodo recinto al aire libre pidiera a gritos más decibelios, porque lo suplieron con una nitidez instrumental que rayó una vez más lo sublime.
Nada importa cuando Nels Cline comienza a hacer diabluras punteado con su guitarra ya de inicio en “Handshake Drug” y después en “Impossible Germany” (menos intensa que en otras ocasiones, que la inmortalidad cuesta aunque estén tocando las puertas del cielo) y demás variados ornatos a las seis cuerdas. Nada importa cuando Glenn Kotche en “Poor Kittle Black”, “Box Full Of Letters” o “Anihilation” la más animosa canción de su último Ep Hot Sun Cool Shroud martillea como un metrónomo el entramado rítmico que hace que todo funcione, ni cuando Mikael Jorgensen con su teclado unas veces acolcha, otras eleva las canciones mientras el comodín Pat Sansone hace respirar al resto multiplicándose en guitarras y teclados… y nada importa cuando Jeff Tweddy en “You Are My Face”, “Hummingbird”, “Either Way” o “California Star” con unos arreglos de teclado que le dieron otra dimensión, canta con un tono cálido y que gana en matices y cercanía con el tiempo, porque todos juntos y para perplejidad del respetable, en una extendida “Birth Without A Tell/Bases Of My Skull” lograron montarse una spacejam (de lo más celebrado de la noche) que embaucó hasta al menos convencido… si es que lo había. No importa que no tocaran “Via Chicago” porque en “I am Trying To Break Your Heart” hubo sorpresivo y breve amago de tormentosa deconstrucción instrumental. Lo que importa es que la banda más influyente de las últimas décadas siga fiel a su hábitat natural anual… los escenarios que Wilco dignifican de forma mayúscula. Una visita más, ¡a por la siguiente!