Un
comedia en sentido más clásico durante la mayor parte del metraje, pero también
de tinte existencial que reúne a su equipo habitual, tanto técnico, Los Ilusos,
como artístico, la dupla protagonista la forman de nuevo la siempre eficiente y
creíble Itxaso Arana y Vito Sanz, ambos participando como coautores del guion.
El hilo conductor es el anuncio por parte de la pareja protagonista, Ale y Alex
de la celebración de una fiesta para celebrar su separación tras quince años
juntos, algo que deja perplejos a familiares y amistades según lo van contando.
Este divertido punto de partida, más allá de lo cómico esconde un reflexivo
poso filosófico sobre el amor, la convivencia, la ruptura y sobre todo las
dudas que generan las decisiones... si no irreversibles, si al menos
trascendentales.
Lo
hace el menor de los Trueba con los ingredientes cinematográficos habituales en
el director madrileño y que singulariza su personal forma de entender y mostrar su cine: diálogos y
situaciones muy naturales, fácilmente identificables en el día a día de
cualquiera persona que… se traba en las conversaciones, se contradice en
búsqueda de las palabras adecuadas que salen disparadas según se piensan, se
pisan al hablar entre ellas… consiguiendo un cercano efecto de improvisación
libre, que por momentos recuerda al
movimientos cinematográfica ‘dogma’ aunque sin serlo.
También
aporta su particular aura intelectual, que trata con desparpajo e incluso
humor, lo que provoca interés verdadero por la materia tratada más que rechazo
por la erudición de lo mostrado, con variadas y comentadas referencias
bibliográficas, una de ellas El cine ¿puede hacernos mejores? De Stanley Cavell
en estrecha relación con otra de las constantes en la filmografía de de su
director el homenaje al cine, que en esta película muestra con referencias a
Truffaut o a Bergman con el que introduce un novedoso aire espiritual a su
cerebral propuesta la introducir un tarot creado con imágenes de películas
del magistral cineasta sueco.
También
aparece, el usual recorrido por Madrid y su callejero más reconocible y el que
no tanto, de nuevo en calurosa estación estival, para mostrar el cotidiano
costumbrismo de personajes y locales en peligro de extinción por
gentrificación. No podía faltar tampoco el cine dentro del cine, ellas es
directora y el actor de películas y a lo largo de la trama hay momentos que nos
la diferencia entre ficción y realidad se confunde con el género documental.
Interesantes y divertidas en ocasiones, aunque en este caso sobre todo al final,
se hace demasiado reiterativa la propuesta meta-cinematográfica, lo mismo que
el metraje, que en esta ocasión se extiende demasiado… no le sienta bien
acercarse a los 120 minutos.
Eso
si la narración es ágil y apoyada en elementos repetitivos usados como
coletilla: “pero estamos bien” o el “volveréis” del título, genera la
incertidumbre que planea sobre la historia en cuanto a las citadas dudas ante
las decisiones, para un final que queda en el aire como el propio objetivo de
la película que duda entre ser lineal o circular, como los propios personajes
comenta en la película real. ¿o en la ficticia?
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