En este contexto se cuenta la historia de Mario y Nel y sus vivencias en los suburbios de París, sus dudas, miedos y esperanzas; afrontadas desde las diferentes personalidades de sus protagonistas. Caracteres opuestos: sopesado el primero, impulsivo el segundo, que provocara, sin llegar a perder la amistad, disputas y distanciamientos. Se describe la vida de la comunidad lusa en los suburbios de París cuya supervivencias se basa en lazos de solidaridad entre generaciones: padres-madre, hijos-hijas cohesionando un protector tejido social colectivo imprescindible ante el desaliento.
A lo largo de las 136 páginas se narran los hechos con trepidante velocidad, no acaba una trama y comienza otra a la vez que se relacionan. A veces sin tiempo para asimilarlo todo, aparte de algunos momentos en que los personajes más veteranos toman protagonismo ante el ímpetu juvenil. En todo caso la reflexión está ahí bajo una atmósfera taciturna entre la nostalgia y la agridulce esperanza.
Dominado por los colores pardos y terrosos y bajo la clásica disposición de viñetas, se expande expresiva en algunos momento el que se diluye el marco formal y el fondo queda dominado por el blanco que deja las figuras suspendidas en la página… como el suspense en que se encuentran unas vidas marcadas por la incertidumbre del día a día, lo mismo ocurre con el trazo de las figuras reconocible en su precisión, pero ágilmente deslavazado en algunas escenas más tensas.
Historias de migraciones ha habido muchas y sigue habiéndolas claro… constantemente. Algunas más conocidas que otras, esta que por analogía histórica es cercana al lector, es curiosamente bastante desconocida
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